Espectacular

El President de la Generalitat estuvo ayer en Alicante en la inauguración de las obras de urbanización de IFA. Ahí es nada.

Aparentemente, el Instituto Ferial tiene un proyecto que se llama IFA 2011 Mediterranean Emotions que pretende relanzar el complejo y dotar las institución ferial de nuevas y mejores infraestructuras; imagino que con la intención de convertir a IFA en un referente de las ferias en su zona de influencia (incluyendo Murcia y Almería, supongo).

Aparte de unas simulaciones por ordenador de cómo quedarán los edificios -lo que es al mundo digital, como al real las maquetas-, la web del proyecto, no contiene ninguna otra información. Es decir, nada sobre los objetivos del proyecto, nada sobre su substancia, nada sobre cuál es el área de influencia de IFA y por qué -comparándose en volumen, por ejemplo, con otras ferias-, nada sobre la estrategia que lo sustenta. En fin, nada.

A la presentación de ayer, asistió la creme de la sociedad alicantina -perdonad, que me da la risa-, los alcaldes de varios municipios, el Molt Honorable, del Presidente de la institución, etc.

Precisamente el presidente de IFA, Moisés Jiménez, pronunció las siguientes palabras:

Nos encontramos en una situación socio-económica donde la petición constante a las instituciones públicas y privadas sobre la necesidad de innovar, re-imaginar, efectuar cambios de modelos económicos y organizativos está más justificada que nunca.

¿Qué querría decir? La presentación del proyecto estuvo precedida por una actuación de la Fura dels Bous, fuegos artificiales y ampulosos discursos.

O sea, que un proyecto vacío y caro mientras no se demuestre lo contrario, acompañado de un acto vacío y caro.

Gracias al legado de Eduardo Zaplana, a sus grandes eventos, y al testigo recogido con afán por Francisco Camps, la  sociedad valenciana se ha acostumbrado a que absolutamente todo esté rodeado de un halo de espectacularidad que esconda las vergüenzas, entretenga y distraiga a la vez de los verdaderos problemas. No es más que una reedición del pan y circo, sólo que sin pan.

Perdonadme la comparación, pero me recuerda un poco esos padres que solicitan ayuda a la Supernanny. La Supernanny le dice a los padres del niño rebelde que no todo pueden ser juegos, que los padres deben mandar, saber decir que no, dar ejemplo.

Los valencianos somos los niños, nos hemos acostumbrado al juego, al espectáculo y la vacuidad. Con la abundancia de estos años, nos hemos vuelto perezosos, acostumbradizos -si Costa se puede inventar insevero, yo puedo inventarme acostumbradizo- y un poco impertinentes, perdonadme otra vez. El Consell y Camps a la cabeza no ha hecho nada por evitarlo, al contrario, ha alimentado nuestras ganas de buena vida y ha dado alas al sueño valenciano del que habla mycroft en un comentario.

Sin embargo, los valencianos seguimos levantándonos a las siete de la mañana para ir a trabajar, no nos hemos convertido en bonvivants, ni conducimos coches de lujo, ni desayunamos en Tiffany’s. Al contrario, cada vez tenemos problemas más graves, de degradación del territorio, en el mercado de trabajo, en el sector turístico, en los sectores tradicionales, en el sector inmobilario, pero sobre todo tenemos un problema con nuestra clase política, son los padres irresponsables.

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Propuestas o vaguedades

Herido en mi orgullo de blogger, recojo el guante que hace un par de días Riskott me lanzó en un comentario al post sobre la entrevista a Sonia Castedo. La historia es, muy resumida, la siguiente. De todo lo que la Alcaldesa de Alicante dijo hubo algo que me extrañó especialmente: 

Pregunta: Además de los servicios y la construcción, ¿qué alternativas tiene Alicante para generar empleo?

Respuesta: Dígame una sola. Si alguien me dice qué posibilidades hay, nos ponemos en marcha.

Curiosa respuesta para un responsable público, ¿no? Si la Alcaldesa no tiene ninguna idea sobre cómo dinamizar la vida económica alicantina, apaga y vámonos.

Pero no es eso lo que os vengo a contar hoy. Riskott, con buen criterio, me hizo notar que las propuestas que yo puse sobre la mesa en el post eran voluntariosas, pero demasiado vagas. Y aquí estoy para enmendar mi vaguedad, no sé si con propuestas más concretas, pero sí con un post para redimirme. No creo que lo consiga.

Antes de nada, quisiera dejar claro lo siguiente. Si cuando accedió a la alcaldía de la ciudad la Alcaldesa de Alicante no trazó una hoja de ruta de lo que debía ser su mandato, empezó mal.

Pero, fuera como fuera, la Alcaldesa de Alicante no tiene ideas sobre cómo suoperar la dicotomía construcción/servicios en la base de la economía alicantina.

Antes de empezar, convendría tener claro lo siguiente:

1. Alicante no es una isla incomunicada con el resto del territorio de la provincia.

La ciudad está rodeada de un área metropolitana, y la provincia cuenta con, al menos, dos ejes importantes de población y de actividad económica: Benidorm y Elx.

Si la Alcaldesa de Alicante está buscando alternativas de empleo al sector de la construcción y al sector servicios sería bueno que empezara por mirar a su alrededor para analizar cuáles son las posibles sinergias que la ciudad puede crear con su área metropolitana y con el resto de la provincia.

Los instrumentos con los que el Ayuntamiento de Alicante cuenta son escasos y, seguramente, es eso lo que la Alcaldesa quería decir con su respuesta. Sin embargo, la ciudad puede generar economías de escala colaborando con los ayuntamientos de Elche o Sant Vicent, municipios menos enfocados al sector servicios.

2. ¿Es necesario cambiar substancialmente el modelo económico alicantino para crear empleo? 

Alicante es una ciudad turística, comercial y de servicios. Lo ha sido durante décadas y su historia es la de una ciudad eminentemente comercial. 

Para que os hagáis una idea, en Alicante existen 12.185 empresas de servicios frente a 823 empresas dedicadas a la industria, o 1.521 empresas vinculadas al sector de la construcción. En Alicante hay 73 establecimientos hoteleros -pensiones, hostales y apartamentos incluídos-, 403 restaurantes, cafeterías, bares o cafés, 211 bancos y 216 cajas de ahorro.

El 85,67% de la población trabaja en el sector servicios. Sólo un 6% trabaja en el sector industrial -en 794 industrias manufactureras y 25 empresas dedicadas a la producción y distribución de energía-, mientras que el sector de la construcción ocupa a un 7,72% de los trabajadores.

La vocación económica de la ciudad es bastante evidente y la capacidad de sus empresas para crear empleo también lo es.

Sin embargo, la ciudad cuenta con suelo industrial, en el área metropolitana el peso de las industrias es mayor que en la capital, y, por último, otros municipios de la provincia tienen una vocación más claramente industrial que la de Alicante.

Con todo ello en la mano, mi respuesta a la pregunta es que el Ayuntamiento de Alicante debe intensificar sus esfuerzos por situar al sector servicios en la punta de lanza de su modelo económico, pero debe también incrementar el peso de determinado tipo de industrias en el balance económico de la ciudad.

En el sector turístico, es necesario que la ciudad mejore sus accesos, ordene su crecimiento, recupere su patrimonio arquitectónico, incorpore nuevas tipologías a su oferta de turismo, innove en los reclamos turísticos que ofrece y ponga el acento en la calidad. En resumen, que el Ayuntamiento de Alicante supere efectivamente la combinación sol y playa como centro alrededor del cual gira la oferta turística de la ciudad.

En el sector servicios, el Ayuntamiento de Alicante debería ser capaz de facilitar y clarificar los trámites para la creación de empresas, reducir las cargas fiscales que dependen de él y orientar la reconversión de las empresas del sector inmobiliario hacia sectores de actividad más acordes con la realidad económica actual y de mayor proyección futura.

Los diferentes proyectos museísticos, culturales y de ocio que tanto el Ayuntamiento, como la Generalitat Valenciana o el Gobierno Central han puesto en marcha en Alicante -Ciudad de la Luz, Casa del Mediterráneo, MARQ, Fábrica de Tabacos, etc- pueden servir como palanca de tracción de otro tipo de actividades vinculadas a ellas. Convenientemente gestionadas -pienso sobre todo en la Ciudad de la Luz- pueden constituir un buen polo de atracción económica y de generación de oportunidades de negocio. El Palacio de Congresos y la Casa del Mediterráneo se encuentra también en la línea de estos proyectos.

En sector industrial, es importante que recordemos que un buen número de empresas están vinculadas al sector de la construcción y que la manufactura alicantina es escasa. Sería necesario, en este terreno, que el Ayuntamiento de Alicante, en colaboración con la Universidad de Alicante, animara a la inversión industrial en la ciudad en aquellas actividades industriales que suponen una oportunidad para la provincia. Estoy pensando en sectores como el de las técnicas de ahorro, reciclado y desalación de agua, el aprovechamiento de la energía solar, la innovación en materiales de construcción y en técnicas constructivas, la recuperación paisajística, las técnicas agrícolas, etc. Para eso es necesario que el Parque Tecnológico de la Universidad de Alicante sea una realidad. Hace falta investigación, desarrollo e innovación constantes.

Aquí, como en otros casos, la colaboración con el resto de municipios de la provincia es fundamental.

3. Superar la dependencia del ladrillo.

La mayor parte de la riqueza generada durante los últimos años en Alicante ha provenido del sector de la construcción y del sector servicios.

A lo largo de estos últimos años, el empresariado de la provincia de Alicante ha abandonado sectores tradicionales de actividad -muebles, alfombras, juguetes, calzado- para concentrar todos sus esfuerzos de inversión en el sector inmobiliario. En gran medida, la crisis de estos sectores responde al trasvase de capital desde la industria tradicional al sector inmobiliario.

Las empresas alicantinas deberán hacer su propia travesía del desierto. Efectivamente, el Ayuntamiento y el resto de AAPP puede hacer algunas cosas para ayudar, pero los instrumentos de los que dispone Sonia Castedo para eso son limitados.

En gran medida, dependerá de su capacidad para reformular su propio discurso y enfocarlo hacia la recuperación de los sectores tradicionales de actividad, mediante una apuesta clara por modificar el paradigma productivo de la ciudad, y de las sinergias que genere con el resto de municipios del área metropolitana de Alicante.

En definitiva, lo que la Alcaldesa puede hacer por Alicante para que las empresas vuelvan a generar empleo es una tarea ingente, a medio y a largo plazo, que requiere colaboración con el resto de Administraciones Públicas y municipios del área metropolitana, que necesita grandes dosis de colaboración y para la que, personalmente, todavía no ha demostrado cualidades.

Perdonadme el ladrillo.

IDEA IKEA

Como seguramente sabréis, el Ayuntamiento de Alicante ha llegado a un acuerdo con IKEA para que la multinacional abra un centro en la ciudad. El proyecto, según explica INFORMACIÓN, consistiría en ubicar la tienda de IKEA en un nuevo centro comercial que estaría situado dentro del Plan Rabassa.

La respuesta de los comerciantes del centrode Alicante ha sido rotunda: si la apertura de una tienda IKEA en Alicante significa la construcción de un nuevo centro comercial, el pequeño comercio hará todo lo posible para evitarla.

Se da la circunstancia de que sólo un día antes, el presidente del Colectivo de Comerciantes por Alicante, había celebrado la apertura de la tienda IKEA.

Por su parte, el Ayuntamiento ha bautizado el nuevo centro comercial con el eufemísitco nombre de centro cívico y planea la modificación del Plan General de Ordenación Urbana -el antiguo, no la eterna promesa en la que se ha convertido el nuevo PGOU- para dar cabida a este nuevo centro comercial en el Plan Rabassa. Mi impresión, antes de nada, es que el Ayuntamiento no sabe ya cómo marear la perdiz con el tema Rabassa. Primero fue la ciudad ecológica que Sonia Castedo se sacó de la manga. Ahora es IKEA lo que laalcaldesa pretende usar como señuelo para intentar despistar a los alicantinos.

En cualquier caso, yo voy a partir de algo que tengo bastante claro, Rabassa es la resaca de la borrachera constructora, alimentada básicamente por los empresarios del sector con el apoyo del PP, que Alicante sufrió durante los últimos años, y del enorme despiste del PSPV alicantino. Sólo los socialistas conocen la razón por la cual votaron sí al plan, aunque todos podemos adivinar algunas.

Partiendo de esa base, el Plan Rabassa es una especie de anacronismo que, a estas alturas, deberíamos haber superado aunque algunas propuestas de los empresarios alicantinos nos hagan pensar lo contrario.

El empecinamiento del Ayuntamiento de Alicante en sostener un sector, el inmobiliario, que ocupa a una mayoría de los trabajadores de la provincia y que es la piedra angular sobre la que se sostiene el modelo económico alicantino es, al menos, razonable, pero equivocado.

Alicante no necesita más grandes superficies comerciales y tampoco necesita paños calientes en forma de centros cívicos; la ciudad necesita recuperar el centro urbano, apoyar a los pequeños comerciantes con planes de modernización del sector, dinamizar la oferta comercial y de ocio del casco antigua de la ciudad, y planes serios que conduzcan a diversificar la actividad económica de la que depende.

El Ayuntamiento de Alicante debería reflexionar a este respecto. La recuperación arquitectónica y urbana del centro de la ciudad supone una oportunidad de actividad económica para el gremio de la construcción que, en el medio y largo plazo, abriría nuevas vías económicas en el sector servicios de la ciudad y dignificaría nuestra oferta turística. No cabe, pues, la cerrazón y los grandes proyectos urbanísticos mientras el gran proyecto urbano, la recuperación del centro tradicional, sigue pendiente.

No parece lo más adecuado, desde el punto de vista del pudor en la cosa pública, llevar a cabo la modificación del PGOU de 1984 para aprobar un proyecto urbanístico que, como mínimo, despierta las dudas, los recelos y la oposición de una parte nada desdeñable de la ciudadanía. No nos olvidemos, que en número de votos, los partidos de izquierda fueron los más votados en las últimas elecciones municipales y que la distancia en número de concejales del PP y el PSPV es de 1.

Por su parte, el PSPV debería contar con esto último para revisar, de manera definitiva, su posición sobre el Plan Rabassa y, por otra parte, debería ser capaz de iniciar un debate público sobre el modelo de ciudad que los socialistas imaginan para Alicante. Esto ayudaría a conocer las propuestas del PSPV para la ciudad y a romper con el enorme error que la agrupación alicantina cometió con su apoyo a Rabassa.

De fondo queda la conveniencia o no de que una multinacional del mueble se instale en una provincia de larga tradición en el sector. Mi duda es si es positivo para el sector o no. Por una parte, supone un reto para los fabricantes alicantinos; por otra, puede significar la sentencia de muerte para toda una industria.

La sensación que yo tengo es que ni el Ayuntamiento de Alicante ni el partido de la oposición han hecho ninguna de estas reflexiones. O bien que, si las han hecho, han pasado por encima de ellas por razones de conveniencia y de urgencia política.

El hecho de que las últimas medidas tomadas por lalcaldesa se hayan tramitado por la vía urgente y en el mes de julio le hacen a uno sospechar de que la reflexión y la responsabilidad no forman parte, tampoco, de la manera de hacer de los políticos alicantinos. 

Yo, para que se me quite el mal sabor de boca, voy a volver a leer la entrevista de Alicante Vivo al concejal de Cultura del Ayuntamiento de Alicante o la preciosa entrevista póstuma a Figueras Pacheco.

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Obstinarse en el error

Hoy Información ha publicado una noticia que, leyendo el titular, me ha preocupado bastante. Es cierto que, si uno lee el cuerpo de la noticia, el nivel de preocupación se rebaja, aunque se mantiene.

Os doy el titular y luego vamos a la noticia en sí:

La Cámara mantiene la apuesta por el ladrillo como motor económico de Alicante.

Da miedo, ¿a que sí?, vamos a aclararlo un poco para juzgarlo mejor.

El redactor de la noticia nos aclara que, en los planes de la Cámara de Comercio, entra explotar la capacidad de crecimiento del sector inmobiliario, lejos de ponerle freno.

Sin embargo, la apuesta de los empresarios alicantinos pasa por cuestiones como la domótica, la investigación en nuevos materiales, la apertura del sector a nuevos mercados y la búsqueda de la competitividad mediante la complicidad con las entidades financieras. Todo ello mediante la creación de un Centro Tecnológico de la Construcción con sede en las comarcas del Vinalopó.

Es cierto que, como perspectiva de futuro, no deja de ser una buena propuesta de reconversión del sector inmobiliario, aunque tal como yo lo veo, significa obstinarse en un error que los empresarios de la provincia llevan cometiendo desde hace dos décadas: jugar la mayor parte del capital a una sola carta, la del ladrillo.

Aunque sea mediante l+D+i no deja de ser un empecinamiento que, o bien responde a una escasa capacidad de los empresarios alicantinos para inventar nuevos modelos de negocio, o al miedo al cambio que, dadas las circunstancias, tampoco es nada extraño.

Los empresarios alicantinos han demostrado estos años que la preocupación fundamental que los ha guiado no ha sido la generación de riqueza y perspectivas económicas a medio y largo plazo, sino la acumulación de capital. Esa acumulación de capital, no ha servido para poner en marcha iniciativas empresariales de mayor calado en el sector inmobiliario, a los hechos me remito.

La innovación, pues, no ha formado parte del ADN de los empresarios alicantinos durante estos años, de modo que, puede parecer que su afán por cambiarlo todo (I+D+i), sin cambiar nada (sector inmobiliario) es únicamente el resultado directo de lo que técnicamente se conoce como «ver las orejas al lobo«.

Evidentemente, cambiar el modelo productivo de una sociedad es algo que no se consigue de la noche a la mañana, y también parece claro que la reconversión de la economía alicantina ha de tener un apoyo importante en el sector inmobiliario, generador de la mayor parte de la riqueza de la provincia durante estos años.

Desde un punto de vista estrictamente económico, sin embargo, el sector inmobiliario tiene un límite claro: el territorio es finito, aquí y en los mercados exteriores. Una vez que los empresarios alicantinos tengan alicatada toda la costa de Túnez, Marruecos, Portugal y Taiwan, se les acabó de nuevo el negocio.

Así las cosas, el motor económico alicantino debería, más bien, plantearse un trasvase de medios y de capital a los sectores tradicionales que, durante estas décadas, abandonó: mueble, calzado, alfombras, turrón, etc., y apostar por el diseño y la calidad como nuevos modelos de negocio en estos sectores.

Además, es necesario que los empresarios alicantinos hagan prospectiva sobre sectores económicos de futuro que les permitan diversificar el riesgo empresarial en áreas en las que la provincia pueda aportar valor.

Es por eso que os digo que el titular de la noticia preocupa y confunde a partes iguales.

Entre otras cosas porque, de esa reflexión, se nos plantean otras posibilidades para la provincia que, tal como yo lo veo, complementan al motor económico alicantino, le dan mayores perspectivas de futuro, y que, además, están recogidas en la propuesta de la Cámara de Comercio.

Una de ellas pasa por el agua. La escasez de agua es uno de los males endémicos de esta tierra; de lo que se trata aquí, y en algún lugar lo he leído expresado de esa manera, es «de hacer de la necesidad virtud«. Dado que somos un territorio deficitario en agua, tenemos razones de sobra para ser un territorio puntero en lo que se refiere al reciclado, desalación, ahorro y aprovechamiento de agua. No sólo con políticas públicas encaminadas a tal efecto, sino mediante parques tecnológicos universitarios que investiguen, desarrollen soluciones y generen innovación constante.

Dados los desmanes cometidos y permitidos durante estos años, sería bueno también que los empresarios animaran a los poderes públicos a hacer de la protección del medio ambiente una de las piedras angulares del proyecto de territorio para la provincia. Cuestiones como las energías renovables, la recuperación paisajística, la investigación en técnicas agrícolas -recordad que tenemos varias denominaciones de origen-, o el empuje definitivo a políticas de movilidad en transporte público para el área metropolitana Elche-Alicante, serían buenos ejemplos de una apuesta económica y productiva de futuro.

Vinculada, además, con un sector turístico que necesita urgentemente un replanteamiento de su oferta. El sol y la playa nos aportan turistas año tras año, pero también año tras año nos convierten en un destino de bajo coste y desordenado. La protección y la ordenación del territorio de la provincia deberían ser una de las obsesiones de la propuesta de la Cámara de Comercio.

En definitiva, que si bien la propuesta de la Cámara de Comercio es un buen inicio, es necesario que el foco se mueva desde un sector inmobiliario generador de capital, a otros sectores productivos menos agresivos con el territorio y generadores de futuro económico, empresarial y social para la provincia.

De la predisposición de empresarios y poderes públicos depende el futuro de los ciudadanos de la provincia que, en último término y no se nos olvide, son los clientes de una propuesta de este estilo.

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Polarizados

Este blog nació con un objetivo, encender algunas luces en Alicante y evitar que las que ya existen se apaguen. ¿Qué queréis que os diga? Ahora, visto en perspectiva, pienso que fui un poco -bastante, más bien- pretencioso o que demostré ser un iluso completo. Es difícil que, escribiendo un blog, uno pueda encender o apagar luces, más si uno lo hace desde Cádiz o desde Sevilla -depende del día. En todo caso, sigo en ello porque, entre otras cosas, me ayuda a ordenar las ideas y también porque no me resigno.

Pero no es esa la cuestión que quiero tratar hoy en el post. La cosa no va de luces, la cosa va de polarización.

Lo que me preocupaba cuando empecé a escribir eran dos cosas fundamentalmente. Por una parte, el estado de degradación en el que se encuentra la ciudad de Alicante; o lo que es lo mismo, me preocupaba la degradación de los barrios, de las calles, de los edificios de Alicante.

Por otra parte, me preocupaba el estado de las cosas a nivel valenciano, las políticas de la Generalitat, el descuido de los servicios públicos, la degradación del paisaje, el urbanismo feroz que todo se lo comió.

Además, y como cuestión colateral, me interesaba pensar y escribir sobre el desprestigio de la política y sobre la situación general de la cosa pública en Alicante y en la Comunitat.

No es que haya dejado de interesarme por ello, pero lo cierto que es que cuando pensaba en la situación en la que se encuentran la Comunitat Valenciana, sus ciudades, los barrios, las calles y las casas, me dejé en el tintero las más de las veces, a las personas, los más importantes.

Desde hace algunos meses me doy cuenta de que la situación de las personas es la más preocupante. En la Comunitat Valenciana, en Alicante los ciudadanos se han polarizado de tal manera que la atmósfera es irrespirable en muchos casos. No tenéis más que leer los comentarios del Diario Información. Prácticamente no hay términos medios. También en este blog, la discusión se ha convertido, en algunos casos, en algo tan agrio que he tenido que borrar comentarios por improcedentes e insultantes.

Así, resulta imcompatible estar en contra de la gestión del President de la Generalitat y ser un buen valenciano; es imposible alabar cualquiera de las decisiones de Sonia Castedo -en su más mínima expresión- y, al mismo tiempo, querer el bien para Alicante; no se puede ser republicano y hombre de bien -reedición de la máxima que no sé si conocéis «valencià i home de bé, no pot ser»-; no cabe la posibilidad de criticar ninguna política del gobierno de España sin subirse a la parra y llamar traidor al Presidente del Gobierno.

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Una de las cosas que nos explicaban en la Universidad era que los costes de información eran una de la razones que explicaban la escasa participación política de los ciudadanos. O lo que es lo mismo, saber si un pesticida es o no perjudicial para la salud requería, hasta hace no demasiado tiempo, unos conocimientos de los que sólo los instruídos en la materia disponían.

Internet ha cambiado ese paradigma, el acceso a la información es mucho más sencillo, a sólo una búsqueda en google, de manera que se han reducido a prácticamente cero los costes de información.

En buena lógica, pues, el cambio de modelo de acceso a la información debería habernos traído ciudadanos más informados, mejor posicionados, más conscientes y, por tanto, debería de habernos traído niveles más altos de participación ciudadana y de mayor calidad.

Pero no es así. En contra de lo que pudiera parecer, la información que la mayoría de los ciudadanos manejamos no es más rica, ni más contrastada, ni más imparcial, ni de mejor calidad, sino más sesgada, menos equilibrada, más visceral. De que esto sea así se encargan los partidos políticos, los medios de comunicación, los grupos de opinión, que lanzan sus mensajes al aire para que los respiremos.

Mensajes simplificados, grandes consignas, frases lapidarias, píldoras de información que los ciudadanos ingerimos sin ninguna dificultad y que vomitamos sin el menor problema.

Podéis comprobarlo. Los ciudadanos repetimos consignas en función de los mensajes que, por la mañana, elaboran los partidos políticos  y que los medios de comunicación afines se encargan de propagar, con mayor o menor sesgo.

Ayer por la noche, ví cómo TeleMadrid cubría la información sobre la declaración de Francisco Camps ante el juez y os aseguro que la sensación que tuve fue la de una plácida visita del President al juzgado, arropado por los suyos y jaleado por cientos de adeptos.

Todo esto os lo digo porque, después de mucho tiempo escribiendo en este blog, mi principal preocupación ahora es el aborregamiento al que hemos llegado los alicantinos de uno y otro signo, y el maniqueísmo de los comentarios, los pensamientos y las reflexiones de uno y otro bando. La polarización.

Una polarización que, en realidad, sólo contribuye a simplificar la realidad -muy rica, por otra parte- de la ciudad.

Ayer leía entre los comentarios a una noticia una exaltación de las bondades turísticas de la ciudad de Alicante que era respondida con comentarios a favor y en contra de Francisco Camps o el Presidente del Gobierno.

Bien, pues ni Alicante es la perla del Mediterráneo, ni la culpa la tienen sólo Zapatero o Camps.

A ver si nos vamos enterando. La información está en google. Sólo es cuestión de un click.

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De piedras, ilusiones y guarderías

Luego me dicen que soy un exagerado, que me quemo mucho con la alcaldesa de Alicante y con el Molt Honorable President de la Generalitat Valenciana, pero lo cierto es que las cosas no andan bien por esta tierra.

No se salva ni Jorge Alarte, ínclito candidato socialista a las elecciones autonómicas. Mirad, mirad, cómo se las gasta también Alarte.

Ayer un comentario me alertó de algo sobre lo que no tenía la menor idea porque no soy padre y, por tanto, no como huevos.

Resulta que una guardería de Alicante, la escuela infantil Gran Vía Aventura, llevaba dos años abierta sin el correspondiente permiso municipal, de manera que la Concejalía de Urbanismo envió una orden para que fuera clausurada inmediatamente. Los padres, claro, reaccionaron para evitarse el trago de tener que buscar un nuevo centro para sus hijos a mitad de curso y solicitaron la mediación de la Alcaldesa que, con sus superpoderes, evitó el cierre.

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Sonia Castedo y Enrique Sanus, aunque por una cuestión de identidad supersecreta no debería haberos dado este último dato

Bueno, pues esa es la historia. Pero no creáis que se acaba aquí.

Parece ser que en Alicante existen multitud de guarderías que no alcanzan un nivel suficiente en cuanto a instalaciones, personal, dotaciones, etc. así que el Ayuntamiento, con su alcaldesa al frente, ha decidido hoy comenzar una campaña que durará un mes en la que todas las guarderías de la ciudad serán inspeccionadas para comprobar si, efectivamente, cumplen los mínimos requisitos.

Ante esta situación, las preguntas se le amontonan a uno. No os las pongo todas porque sería un embrollo, pero resumo.

La primera de ellas es ¿cómo es posible que una guardería esté funcionando durante dos años sin permiso municipal en una ciudad de España?

La segunda es si, como parece, existen otras muchas guarderías en Alicante sin el correspondiente permiso municipal ¿a qué está esperando el Ayuntamiento para cerrarlas?

La tercera es, dado que la alcaldesa ha paralizado el expendiente de cierre de esta guardería por la presión de los padres ¿qué le impide paralizar los expendientes de cierre que puedan venir de aquí en adelante? ¿no presionarán los padres a la alcaldesa también en el resto de los casos?

Y, finalmente, ¿cómo es posible que Alicante no cuente con un número suficiente de guarderías públicas de calidad?

Bien, la segunda parte de este post, tiene que ver con el Palacio de Congresos, o Centro de Congresos –para que el Colegio de Médicos no se enfade.

Ayer, durante una entrega de premios en Alicante, el Igualnotant Molt Honorable President de la Generalitat anunció que la primera piedra del Centro de Congresos de la Sangueta se colocará antes de las Hogueras, o lo que es lo mismo justo antes de las Elecciones Europeas, que de eso el Igualnotant Molt Honorable sabe mucho.

Desde aquí suponemos que será después de colocar la última piedra de la Avenida de Dénia que parece que la Generalitat se tomó la cosa con mucha ilusión, pero la ha dejado a medias sine die.

En fin, que Camps dijo que el proyecto del Centro de Congresos le hace una «ilusión bárbara» (sic.) y que es una pieza fundamental para el «concepto de ciudad» (sic.) que el Consell tiene de Alicante. Además, Francisco Camps anunció que se va a hacer un viaje a Boston -suponemos que en avión y no en velero- para negociar que las tres próximas ediciones de la Volvo Ocean Race salgan desde Alicante.

No quiero acabar el post sin recordaros que ayer la alcaldesa de Alicante evitó el cierre de una guardería privada en la ciudad, que existen muchas más que no cumplen los requisitos mínimos que garanticen su actividad, que la proliferación de guarderías privadas es consecuencia de la inexistencia de guarderías públicas, que un 20% de los niños de 3 años de la ciudad se quedarán sin plaza escolar este año, que cientos de niños alicantinos estudian en BARRACONES y que el Centro de Congresos de Alicante costará unos 50 millones de euros.

Sobre la Volvo Ocean Race, hablamos otro día.

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La mayoría absoluta y los valencianos

Veréis, estos lungcancersymptomsreview.com días hemos mybabysittersavampirenow.net estado discutiendo charcoalgrillnow.com en los jcpenneystore.net comentarios al chocolateicecreamrecipenow.com post anterior freeblackberryapps.org sobre la armyelearningnow.net inteligencia de los valencianos. Bueno, sobre eso exactamente no, es cierto, pero la cuestión se ha tratado lateralmente, para qué vamos a negarlo.

Yo no quiero entrar en ello a pesar de tener mi propia opinión sobre la astucia de políticos -de la oposición y del gobierno-,  ciudadanos, empresarios, periodistas, etc. de esta tierra. Me incluyo en el paquete, que quede claro.

El eje de la cuestión ha sido el hecho de que, dadas las circunstancias que alimentan este blog, el PPCV obtenga mayorías absolutas en los ayuntamientos de las principales ciudades valencianas o en la misma Generalitat Valenciana.

Yo sostengo que, a pesar de que la opción política de los ciudadanos es sagrada y el pueblo es soberano, el pueblo puede no acertar en sus decisiones y, que en este caso, los valencianos nos hemos equivocado, al menos en las últimas elecciones municipales y autonómicas.

Llevo bastante tiempo insistiendo sobre lo mismo, de forma que no creo que sorprenda a nadie.

Por otra parte, y también he insistido sobre ello en este blog, la no alternativa a la mayoría absoluta del PPCV es un PSPV que, desde hace bastante tiempo, viaja sin un rumbo definido.

Así las cosas, el panorama pinta poco alentador para el futuro político de los valencianos. En todo caso, vamos a lo que vamos y veremos qué sale de este post.

La gestión de la cosa pública desarrollada por el PPCV ha girado sobre dos ejes principales:

  • Los grandes eventos como motor económico y turístico de la Comunitat Valenciana.

Este fin de semana en Jerez se ha celebrado el enésimo Gran Premio de Motociclismo. La Junta paga el canon correspondiente a la celebración del Gran Premio y, con todo, el saldo positivo es de -creo recordar- 53 millones de euros para la ciudad de Jerez y otros municipios de la Bahía de Cádiz como el Puerto de Santa María.

De modo, que no me malinterpretéis. Los grandes eventos se han convertido en una pieza más de la estrategia turística en el territorio, lo queramos o no.

Sin embargo, el peligro radica en que se conviertan en la única baza que la Administración Pública esté dispuesta a jugar.

En el caso valenciano, la Copa América ha supuesto sin duda un empujón para la imagen internacional de la ciudad de València, nadie lo duda, sin embargo, la obcecación con el formato y con el producto no es el camino.

Creí en su momento, y lo sostengo, que la celebración de un gp de F1 era más un chantaje del Ayuntamiento de València y de la Generalitat Valenciana que una buena idea. Los hechos demostraron que, efectivamente, los valencianos votaron con una sola carta sobre la mesa: la celebración del gp dependía únicamente de la reelección de Francisco Camps como President de la Generalitat. Personalmente que un personaje como Ecclestone sea quien dirija el debate público valenciano me parece poco recomendable.

En Alicante, la salida de la Volvo Ocean Race desde Alicante se tradujo en un buen número de reservas de hotel y cientos de miles de euros gastados por los turistas durante esos días. Sin embargo, nunca oigo hablar de la regata como la Alicante Volvo Ocean Race y me temo que los organizadores del evento no se preocuparon demasiado por que esto fuera así.

Creo, más bien, que la Volvo Ocean Race se utilizó como un instrumento que sirviera a una doble finalidad. Por una parte, compensar el  aparentemente eterno agravio comparativo entre Alicante y València. Por otra, para cegar a los ciudadanos con un gran fiestón que diera apariencia de gran ciudad a una ciudad de provincias venida a menos como Alicante. Siento si soy muy duro, pero es lo que pienso.

  • El sector inmobiliario como foco central de la actividad económica y como polo de atracción turística de esta tierra.

La Comunitat Valenciana se ha convertido en un destino preferente para extranjeros comunitarios que establecen aquí su segunda residencia o, en muchos casos, su residencia definitiva tras su jubilación en sus países de origen. Empezaron a llegar hace dos o tres décadas atraídos por el paisaje de esta tierra, sus playas, su clima y su nivel de vida. Hoy las segundas residencias de Alicante, por ejemplo, suponen un 30% del total nacional.

Durante una década, pues, los esfuerzos del empresariado valenciano se han centrado -y sólo cabe recordar las recomendaciones de algunos patronos autonómicos- en el ladrillo y en los servicios derivados.

La consecuencia: el monocultivo, la destrucción del territorio, la crisis de las industrias tradicionales, el aumento del poder adquisitivo de los ciudadanos al calor del boom inmobilidario, el endeudamiento de las familias, etc.

El riesgo era claro, un estallido de la burbuja supondría la destrucción de cientos de miles de empleos y una profunda crisis social y económica. Pues bien, el riesgo ha pasado de la potencia al acto.

Y vosotros diréis que no es un problema endémico de esta tierra. Y yo os respondo que así es, pero que las consecuencias de la crisis del ladrillo son más profundas, o al menos diferentes, en la Comunitat Valenciana, en les Illes Balears, en Andalucía o en Canarias, que en Cataluña, el País Vasco, Navarra, Cantabria o Extremadura. 

Entre otras cosas porque otras sociedades, otras comunidades autónomas han sabido diversificar sus riesgos; tiene una clase empresarial que sabe que todo lo que rápidamente sube, rápidamente baja; ciudadanos dispuestos a proteger sus territorios por encima del beneficio económico inmediato; medios de comunicación críticos, una sociedad civil viva y dinámica.

De todo esto, creo yo, carecemos los valencianos, y en una situación de crisis como la actual parece claro que los valencianos se equivocaron cuando apostaron por estos dos ejes.

Para que os hagáis una idea, mientras el gobierno de la Generalitat Valenciana ha promovido la celebración de Grandes Eventos en la Comunitat Valenciana, los alumnos de un colegio de Alicante han recibido su educación en barracones prefabricados.

La empresa pública encargada de construir las infraestructuras educativas está en quiebra a pesar de que su sede social le costó el equivalente a la construcción de doce colegios públicos.

La educación, el conocimiento, la tecnología, la innovación y la investigación han quedado relegados a un segundo o tercer plano para las administraciones del PP en la Comunitat Valenciana. Hasta tal punto es así, que los propios ciudadanos se creyeron el engaño y consideran que la construcción de un Parque Tecnológico en la Universidad de Alicante no es una buena idea y que no aportará nada a la ciudad.

Pues en esas estamos.

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La corrupción, el fondo de armario y los ciudadanos

Algo extraño ocurre en este país cuando el alcalde malagueño acusado de corrupción es recibido por sus vecinos con un sonoro y cerrado aplauso.

Algo preocupante está pasando en españa -sí, en minúscula- cuando los partidos políticos no ponen en marcha todos los mecanismos internos necesarios para erradicar la corrupción de sus filas.

Algo malo sucede cuando la respuesta del Partido Popular, ante la imputación de varios cargos electos, no es la expulsión de militancia, sino una actitud chulesca, frentista e impropia de un partido liberal europeo.

Es muy probable que el Partido Popular tenga razón en una cosa -en lo que se refiere, sobre todo, a la Comunitat Valenciana; los ciudadanos reiteran el apoyo al PP elección tras elección de manera inexplicable.

También es muy posible que la corrupción forme parte ya del ADN de las formaciones políticas españolas sin remedio y que el problema vaya creciendo a medida que pasen los años, y la democracia española se consolide.

Y, finalmente, es más que probable que para los ciudadanos la corrupción política haya supuesto un mal menor, frente a los pingües beneficios económicos que la sociedad española ha obtenido durante los últimos años a base de una progresiva relajación de la moral y la ética en la cosa pública.

Ahora bien, creo que los ciudadanos no somos plenamente conscientes del daño colectivo que, con esta actitud nos hemos hecho. Durante los últimos diez años, el crecimiento de la economía española ha estado basado en un sólo elemento, el sector inmobiliario. Ello, a costa de la destrucción del territorio, y la desaparición de hábitats humanos y naturales de alto valor. 

Con ello, además, se han esfumado diez años de alternativas económicas de largo recorrido basadas en la I+D+i en sectores que serán claves en los próximos años -Energía, Aeronáutica, Agua, TICs, Educación, Comunicación, Diseño, Turismo, Ecología.

Si nuestro crecimiento no hubiera estado basado en el ladrillo, seguramente hubiera sido mucho más lento, pero también es muy probable que una buen número de los problemas con los que la sociedad española se encuentra en este entorno de crisis se hubieran suavizado. Estoy pensando fundamentalmente en la tasa de paro actual.

Con todos los recursos públicos malbaratados durante estos diez años, la sociedad española podría haber puesto en marcha programas sociales ambiciosos que, de una vez por todas, hubieran superado los eternos problemas de los servicios públicos españoles; políticas activas de desarrollo sostenible; planes de fomento de la investigación y el desarrollo y la producción industriales más acordes con los retos del siglo en que vivimos.

Seguramente, el historial político español viene a dar la razón a la corrupción política. Al fin y al cabo, siglos de oscurantismo, represión, cortura de miras, oportunidades desaprovechadas, extremismo religioso, etc. no podían ser una casualidad. La clase política española ya había demostrado antes que es hija de la sociedad que dirige.

Y, en el caso del Partido Popular, a pesar de los esfuerzos del PP por anunciar que es inmune a la corrupción política, queda demostrado que nadie lo es en esta España de charanga y pandereta.

Que Camps sea imputado por un chaleco blanco, una chaqueta fantasía, y unos trajes resulta, al final, una cuestión cómica y, como se ha dicho más de una vez, punto chusquera que únicamente demuestra que lo más importante que el Molt Honorable ha hecho durante los últimos años ha sido ampliar su fondo de armario.

Sin embargo, lo extraño de la cuestión es que los mismos ciudadanos que están siendo traicionados día a día por su clase política, la reciban bajo palio y con gozosos aplausos.

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