Veréis, está la cosa tan malita que he decidido salir un rato de mi cámara criogénica para comentar la jugada. Es probable que cuando vuelva a meterme otra vez en mi burbuja de frío penséis que para esto mejor me hubiera quedado, pero es un riesgo que asumo de buen grado.
PSPV
Dudas, discursos y contradicciones
Llevo por lo menos tres semanas dándole vueltas a dos cosas. La primera de ellas, este post. La segunda, cómo será el discurso institucional de Francisco Camps hoy.
En todo este tiempo, no he sido capaz de dar con una respuesta a ninguna de las dos cuestiones.
No tengo claro cómo enfocar este post. Tengo tal cantidad de puntos de vista para el post que no acierto a escribir tres líneas seguidas sin saltarme el tema y cambiar de tercio. Por suerte, una encuesta publicada hoy por EL PAÍS, me ayuda un poco en la labor.
Según la encuesta, el 53% de los valencianos creen que el President de la Generalitat mintió sobre la cuestión de los trajes. Tal como yo lo veo, no es que el 53% de los valencianos lo crea, es que Francisco Camps mintió; primero sobre quién había pagado los trajes -él no, desde luego-, y después sobre si conocía o no a su amiguito del alma -Camps dijo que no conocía a Álvaro Pérez.
Otra cosa es que el TSJV esté presidido por otro amigote de Camps y que todos hayan jugado al límite de las reglas para ganar.
Además, el 83% de los encuestados cree que en el Gobierno de la Generalitat Valenciana, existe corrupción. Pero la misma encuesta revela que, de celebrarse elecciones, el PP ganaría en número de votos y de escaños.
Del otro lado, sólo el 20% de los encuestados sabe quién es Jorge Alarte, pero considera que el PSOE defiende peor que el PP los intereses de la Comunitat Valenciana. Es decir, ninguna novedad, el mismo panorama de siempre.
Francisco Camps bien podría afirmar «Yo soy Valencia» y quedarse tan pancho porque, de alguna forma es verdad.
Más de una vez me habréis leído perplejo por saber que los vecinos de municipios cuyos alcaldes están acusados de corrupción repiten en las urnas y reeligen al alcalde, incluso lo reciben con aplausos y vítores a su salida del juzgado.
Más de una vez me habréis leído diciendo que, en realidad, todos somos complices del mamoneo de estos años. Los resultados de la encuesta demuestran que es verdad, que todos estamos en el ajo y que la calidad de nuestra democracia es ínfima.
En este caso no se trata de un alcalde, se trata del President de la Generalitat. Los ciudadanos somos conscientes de que algo huele mal en el Palau de la Generalitat, pero aún así, estamos dispuestos a taparnos la nariz y seguir votando a los responsables de tanta porquería.
Me cuesta entender que un votante del PP, de clase trabajadora, se desayune con el caso Gürtel y no se le atraganten las madalenas, los fartons o el café con leche.
Porque seguramente el coche de Costa, el reloj de Alperi o los trajes de Camps pueden parecer un mal menor, una nimiedad, pero son la materialización del compadreo de la clase política con una panda de chorizos.
Lo que parece esconderse detrás de todo esto no es un descuido, un garbanzo negro, sino un estilo de hacer política y de gestionar la vida pública que, a la vista de los resultados de las encuestas, a los valencianos nos la trae floja.
Tampoco tengo claro qué será lo que dirá Camps hoy en su discurso institucional. De nuevo, EL PAÍS me ha echado una mano.
Camps publica hoy un artículo en el suplemento de Comunitat Valenciana de EL PAÍS titulado La ambición de un pueblo.
En él, Camps retrocede a los tiempos de Mari Castaña para hablar de la ambición de los valencianos que canalizaron el agua, plantaron naranjos y arroz, utilizaron la energía hidráulica -en fin-, y construyeron el primer hotel en la costa -todo un resumen del espíritu emprendedor valenciano. Y, además, hace referencia a ese Sueño Valenciano del que ya hablé ayer y que tan bien explica mycroft en su comentario.
A camps, esta vez, no le ha dado por llorar y lamentarse del olvido al que Zapatero tiene relegada esta tierra. Una novedad.
Pero, ¿de qué hablará hoy Camps? Lo más probable es que repita la sarta de lugares comunes, de tópicos y de frases vacías.
A mí me gustaría, sin embargo, que Camps hoy cogiera el toro por los cuernos y, desde el declarado amor que profesa a los valencianos y a las valencianas, anunciara su dimisión, convocara elecciones y no se presentara a la reelección.
Seguramente, el PP volvería a ganar las elecciones -el pueblo es soberano, no debe cabernos la mínima duda-, pero, al menos el PP habría hecho un ejercicio de la honradez que hoy le falta, y el PSPV sabría en el medio plazo cuál es su músculo.
Al menos, así, en la Comunitat Valenciana, habría pasado algo.
Perdonadme la espesura mental del post de hoy, sé que nada de eso va a pasar, de manera disfrutad del puente.
Benidorm, tránsfugas y papeletas
Benidorm, capital del turismo de la Costa Blanca -o la Costra Blanca-, modelo del desarrollo urbanístico de los sesenta y los setenta, paradigma del pelotazo en los noventa, paraíso de jubilados, meca de guiris sedientos de alcohol, botón de muestra de la destrucción salvaje del entorno natural; Benidorm, la de los rascacielos, Manolo Escobar y hasta una canción de Sir Paul McCartney.
Benidorm, en suma.
Como sabéis, desde hace algunas semanas se viene fraguando en Benidorm una jugada de estrategia para desalojar al PP de la Alcaldía de la ciudad. Una especie de dejà vu de la política benidormense.
Hace 18 años una concejala tránsfuga del PSOE dio la alcaldía a un señor llamado Eduardo Zaplana -sí, el mismo Zaplana que era alcalde de la ciudad cuando se incendió el bosque donde ahora está Terra Mítica- dejando al PSOE fuera del gobierno municipal durante todo este tiempo.
Hoy la historia se repite, los protagonistas son prácticamente los mismos, los papeles se han intercambiado. José Bañuls, hasta hace poco concejal del PP en el Ayuntamiento de Benidorm abandonó su partido hace unas semanas y amenaza con convertirse en la llave que dé la alcaldía al PSOE, moción de censura mediante.
No os voy a dar los detalles escabrosos, podéis encontrarlos aquí, aquí o aquí.
Lo que ha pasado estas semanas en Benidorm y su previsible final, una moción de censura al Alcalde popular, el comportamiento de los concejales socialistas y el sainete montado alrededor de todo ello son negativos para el partido en la ciudad, para el socialismo valenciano y, así lo creo, para la política valenciana.
Los concejales díscolos dirán que lo hacen por la gobernabilidad de la ciudad, pero eso es sólo una verdad a medias, cuando no una mentira.
Todo esto ha puesto sobre la mesa la capacidad de liderazgo de Jorge Alarte. Incluso habiéndose opuesto a la moción desde el primer instante, Alarte ha sido incapaz de frenar las intenciones de los suyos. Ni siquiera el apoyo de la Ejecutiva Federal del PSOE ha sido suficiente, lo cual dice poco de lo amarrado que Alarte tiene al partido.
También ha puesto en solfa la figura de Leire Pajín dentro del PSOE -recordad que entre los concejales díscolos se encuentra la madre de la número tres del PSOE, sea lo que sea que eso significa. Independientemente de la filiación personal, tampoco la número tres del PSOE ha hecho gala de una especial capacidad para contener la rebelión.
Y, por último, deja al partido en un extraño limbo. Si bien es cierto que los concejales se han autoexpulsado del partido, es poco probable que el PSPV tenga suficiente capacidad como para armar un nuevo liderazgo político en Benidorm. Y, en esas circunstancias, ¿a quién darán su voto los ciudadanos que votaron la lista socialista? ¿A los concejales díscolos o a la nueva lista del PSPV en Benidorm?
Más allá de los problemas del PSPV y del cálculo electoral, además, está la imagen de desgobierno que destila el ayuntamiento de Benidorm y el lamentable espectáculo que ambos partidos han dado en las últimas semanas. La política valenciana, a mi modo de ver, sale debilitada, más incluso de lo que ya lo estaba.
Los concejales socialistas en el ayuntamiento de Benidorm se han comportado de forma egoísta, revanchista y barriobajera. Ojo por ojo, diente por diente, sin medir las consecuencias de sus actos. A los ojos de los ciudadanos, la política municipal es únicamente un toma y daca personal entre cargos públicos cuyo objetivo no es la buena gestión de la cosa pública sino la gestión del poder, por el poder.
Por último, el caso de Benidorm, ha puesto sobre la mesa la inutilidad del pacto político en España. Aunque PP y PSOE firmaron hace unos años un Pacto Antitransfuguismo para evitar situaciones como ésta, la norma se incumple constantemente y ambos partidos han sido capaces de inventar subterfugios para justificar los incumplimientos particulares del pacto.
Si el objetivo elevado de los concejales socialistas era la gobernabilidad de Benidorm, existían otras vías, menos finalistas quizá, pero más dignas.
Por ejemplo, cabía la posibilidad de forzar un cambio interno dentro del grupo popular, cabía la posibilidad de denunciar a los ojos de los ciudadanos la aparente dejadez del alcalde en sus funciones, cabía la posibilidad de permitir a la secretaría general del partido liderar esa presión convirtiéndola en un ejemplo claro de su proyecto político para la Comunitat Valenciana, cabía la denuncia de las eventuales irregularidades en el consistorio ante la Sindicatura de Comptes o ante los tribunales correspondientes.
Cabían, pues, otras opciones que hubieran permitido evitar este sainete y las consecuencias políticas que se le adivinan.
GORNLHÖM, cortinas de humo
Como seguramente sabéis, la alcaldesa de Alicante y el primer teniente de Alcalde, Enrique Ortiz, o al revés, están empeñados en que el Plan Rabassa salga adelante y que los alicantinos traguen con él, caiga quien caiga.
Antes de las vacaciones, la ínclita Sonia Castedo nos sorprendía con un anuncio sorpresa: IKEA estaba interesada en instalarse en Alicante, en Rabassa para más señas. A la instalación de IKEA venía aparejada la construcción de un gran centro comercial -o centro cívico, como fue calificado desde el Ayuntamiento.
La respuesta de los comerciantes del centro de Alicante fue radical. Sí a IKEA, no a la instalación de nuevas superficies comerciales en Alicante.
La alcaldesa tuvo que recular. Se reunió con los comerciantes y prometió reformular el proyecto.
Ya con0céis mi opinión. No creo en la construcción de tropecientasmil viviendas en el entorno de Rabassa, creo en la recuperación ambiental del lugar y en la puesta en valor de las lagunas. A Alicante no le sobran zonas por donde oxigenarse, de manera que la preservación de Rabassa es, desde mi punto de vista, un asunto mayor. Como yo, muchos ciudadanos de Alicante y muchos colectivos sociales, tampoco creen en Rabassa.
Y eso la alcaldesa lo sabe.
Abro un paréntesis. El PSPV aún debe aclarar cuál es su postura en este asunto porque el pasado pesa. Y, en el pasado, el PSPV votó a favor de Rabassa.
Cierro paréntesis y retomo la cosa donde la dejé.
La alcadesa sabe que son muchos los alicantinos que se oponen a Rabassa, de manera que nuestra Sonia y su Ortiz, o al contrario, idearon un plan maestro, el plan GORNLHÖM, o Cortina de Humo.
Si logramos que los alicantinos se olviden de Rabassa y piensen en IKEA, los habremos dividido aún más y tendremos más posibilidades de conseguir nuestro objetivo: que Enrique Ortiz consiga dar un gran pelotazo en Rabassa.
Pronto, a la voz de los comerciantes del centro, se unieron otras. Entre ellas, las de los que opinaban que IKEA podía ir en otra parte, que hay superficies comerciales suficientes como para evitar la construcción de una tienda de IKEA en Rabassa, o incluso la de aquellos que pensamos que, con uno en Murcia, es más que suficiente.
Así que, la alcaldesa y el delegado de ésta en el mundo empresarial, tuvieron que pasar las vacaciones diseñando una nueva cortina de humo que consiguiera que la división fuera aún mayor.
Recordáis que la alcaldesa ya había puesto en bandeja un pelotazo a Ortiz en el entorno del Rico Pérez. Pues bien, parece que Ortiz está dispuesto a abandonar el proyecto con la condición de que Rabassa salga adelante sí o sí.
Para ello, Castedo y Ortiz se han sacado de la chistera un nuevo conejo, construir un nuevo estadio para el Hércules en Rabassa.
Con el nuevo conejo, Castedo y Ortiz no sólo han conseguido dividir aún más a los ciudadanos, sino a los propios herculanos -palabras mayores-, ofreciéndoles un nuevo caramelito.
El plan debe ser el siguiente. Si hay un herculano que quiera IKEA si, además, le ofrecemos un nuevo estadio, ya lo tenemos a nuestros pies.
Mi opinión es que sería mejor recuperar el entorno del Tossal, Rico Pérez incluído, y convertirlo en una gran área deportiva para la ciudad. No hay necesidad de construir un nuevo estadio, únicamente es necesario remodelar adecuadamente el que tenemos.
Si finalmente triunfa el criterio de Castedo y Ortiz, cuando vayáis al IKEA, buscad las cortinas GORNLHÖM, están hechas de humo.
Repetimos
Me permito recuperar un post del mes de septiembre del año pasado que, tal como yo lo veo, está de rabiosa actualidad.
https://alacanti.wordpress.com/2008/09/22/lalcaldesa-los-centros-comerciales-la-crisis/
IDEA IKEA
Como seguramente sabréis, el Ayuntamiento de Alicante ha llegado a un acuerdo con IKEA para que la multinacional abra un centro en la ciudad. El proyecto, según explica INFORMACIÓN, consistiría en ubicar la tienda de IKEA en un nuevo centro comercial que estaría situado dentro del Plan Rabassa.
La respuesta de los comerciantes del centrode Alicante ha sido rotunda: si la apertura de una tienda IKEA en Alicante significa la construcción de un nuevo centro comercial, el pequeño comercio hará todo lo posible para evitarla.
Se da la circunstancia de que sólo un día antes, el presidente del Colectivo de Comerciantes por Alicante, había celebrado la apertura de la tienda IKEA.
Por su parte, el Ayuntamiento ha bautizado el nuevo centro comercial con el eufemísitco nombre de centro cívico y planea la modificación del Plan General de Ordenación Urbana -el antiguo, no la eterna promesa en la que se ha convertido el nuevo PGOU- para dar cabida a este nuevo centro comercial en el Plan Rabassa. Mi impresión, antes de nada, es que el Ayuntamiento no sabe ya cómo marear la perdiz con el tema Rabassa. Primero fue la ciudad ecológica que Sonia Castedo se sacó de la manga. Ahora es IKEA lo que laalcaldesa pretende usar como señuelo para intentar despistar a los alicantinos.
En cualquier caso, yo voy a partir de algo que tengo bastante claro, Rabassa es la resaca de la borrachera constructora, alimentada básicamente por los empresarios del sector con el apoyo del PP, que Alicante sufrió durante los últimos años, y del enorme despiste del PSPV alicantino. Sólo los socialistas conocen la razón por la cual votaron sí al plan, aunque todos podemos adivinar algunas.
Partiendo de esa base, el Plan Rabassa es una especie de anacronismo que, a estas alturas, deberíamos haber superado aunque algunas propuestas de los empresarios alicantinos nos hagan pensar lo contrario.
El empecinamiento del Ayuntamiento de Alicante en sostener un sector, el inmobiliario, que ocupa a una mayoría de los trabajadores de la provincia y que es la piedra angular sobre la que se sostiene el modelo económico alicantino es, al menos, razonable, pero equivocado.
Alicante no necesita más grandes superficies comerciales y tampoco necesita paños calientes en forma de centros cívicos; la ciudad necesita recuperar el centro urbano, apoyar a los pequeños comerciantes con planes de modernización del sector, dinamizar la oferta comercial y de ocio del casco antigua de la ciudad, y planes serios que conduzcan a diversificar la actividad económica de la que depende.
El Ayuntamiento de Alicante debería reflexionar a este respecto. La recuperación arquitectónica y urbana del centro de la ciudad supone una oportunidad de actividad económica para el gremio de la construcción que, en el medio y largo plazo, abriría nuevas vías económicas en el sector servicios de la ciudad y dignificaría nuestra oferta turística. No cabe, pues, la cerrazón y los grandes proyectos urbanísticos mientras el gran proyecto urbano, la recuperación del centro tradicional, sigue pendiente.
No parece lo más adecuado, desde el punto de vista del pudor en la cosa pública, llevar a cabo la modificación del PGOU de 1984 para aprobar un proyecto urbanístico que, como mínimo, despierta las dudas, los recelos y la oposición de una parte nada desdeñable de la ciudadanía. No nos olvidemos, que en número de votos, los partidos de izquierda fueron los más votados en las últimas elecciones municipales y que la distancia en número de concejales del PP y el PSPV es de 1.
Por su parte, el PSPV debería contar con esto último para revisar, de manera definitiva, su posición sobre el Plan Rabassa y, por otra parte, debería ser capaz de iniciar un debate público sobre el modelo de ciudad que los socialistas imaginan para Alicante. Esto ayudaría a conocer las propuestas del PSPV para la ciudad y a romper con el enorme error que la agrupación alicantina cometió con su apoyo a Rabassa.
De fondo queda la conveniencia o no de que una multinacional del mueble se instale en una provincia de larga tradición en el sector. Mi duda es si es positivo para el sector o no. Por una parte, supone un reto para los fabricantes alicantinos; por otra, puede significar la sentencia de muerte para toda una industria.
La sensación que yo tengo es que ni el Ayuntamiento de Alicante ni el partido de la oposición han hecho ninguna de estas reflexiones. O bien que, si las han hecho, han pasado por encima de ellas por razones de conveniencia y de urgencia política.
El hecho de que las últimas medidas tomadas por lalcaldesa se hayan tramitado por la vía urgente y en el mes de julio le hacen a uno sospechar de que la reflexión y la responsabilidad no forman parte, tampoco, de la manera de hacer de los políticos alicantinos.
Yo, para que se me quite el mal sabor de boca, voy a volver a leer la entrevista de Alicante Vivo al concejal de Cultura del Ayuntamiento de Alicante o la preciosa entrevista póstuma a Figueras Pacheco.
Dos visiones de la misma cosa
Ando bastante liado estas semanas, así que hoy sólo os dejo una pequeña reflexión y estos dos enlaces a dos artículos de EL PAÍS, uno de Justo Serna, y otro de la redacción del diario.
El fondo de la cuestión es la estrategia que el PSPV debe seguir de aquí a las elecciones municipales y autonómicas para recortar distancias con el PP y, en general para salir de la situación en la que se encuentra.
Yo soy de los que creo que vale la pena que los socialistas valencianos construyan un discurso propio y cercano a los ciudadanos, y a sus problemas reales; también creo que, si es necesario, el PSPV debería desmarcarse en algunas cuestiones del PSOE.
Eso sería reconocer que existe la política valenciana, de modo que desmarcarse a tiempo del PSOE y pelear en la Ejecutiva del PSOE por los intereses de los valencianos puede ser una buena manera de acercarse a ellos.
No sé si Alarte es el líder que los socialistas valencianos andaban buscando en el congreso del año pasado -creo que no- de lo que estoy prácticamente seguro es de que un recambio a medio camino de las autonómicas es un suicidio aún mayor.
La estrategia de Alarte en ese sentido debería pasar por rodearse de pesos específicos del partido -no estoy pensando en Leire Pajín, desde luego- para conseguir una imagen de conjunto más atractiva que la suya propia.
Lo dejo aquí por hoy.
A ver si vosotros lo entendéis
Hoy es lunes de resaca postelectoral. No cabe duda, el PP ha ganado las elecciones europeas y, en lo que a nosotros nos afecta, en la Comunidad Valenciana, Camps se ha dado un baño de votos que, personalmente, no me esperaba.
Foto: EL PAÍS
Más bien creía que, ante la duda que genera la imputación de Camps en un caso de corrupción y las sombras de sospecha que recaen sobre los métodos de gobierno de la Generalitat, los valencianos votarían de otra manera. No es que esperara una derrota del PP valenciano, pero sí un cierto voto de castigo que, por otro lado, veía como lo más lógico del mundo.
Una cosa es que los alicantinos votaran Alperi sistemáticamente a pesar de todo, y otra cosa es que los valencianos hicieran lo propio. Pero sí, los valencianos han dado a Francisco Camps una satisfacción y le permiten dar por buena la «doctrina Fabra» según la cual los resultados electorales son más bien referenda electorales a falta de decisiones judiciales.
Está visto que no entiendo a los valencianos porque, lejos de perder votos, el PP ha aumentado su ventaja respecto al PSPV y ha ganado en todas las grandes ciudades del Comunitat Valenciana excepto en Alcoi. Así pues, los votantes del PP se han movilizado y han cerrado filas a la espera de la decisión última del TSJCV.
Ante esta circunstancia mi pregunta es si los valencianos seguirán manteniendo la fe ciega que demuestran si Camps fuera finalmente acusado de un delito de prevaricación, o algún otro de los imputados fuera declarado culpable de un delito de malversación. Me temo que sí. Y eso abre un escenario muy diferente al que ahora tenemos.
Por su parte, Jorge Alarte, ínclito Secretario General de los socialistas valencianos debe de estar ahora mismo en su casa pensando si se pone una corbata roja o azul, la decisión más importante que tomará hoy. Ya ha superado con creces los cien días al frente de la Secretaría General, pero creo que su nombre y su cara son sólo familiares para algunos de los vecinos de su bloque, el quiosquero y la panadera, así que para qué darle más vueltas.
Con la que ha caído los últimos dos meses, Alarte ha sido un hombre desubicado que ha cedido el protagonismo al Portavoz del Grupo Socialista en Les Corts, Ángel Luna, no sé si por incapacidad para armar un discurso de oposición o porque, en lugar de ser el líder de los socialistas valencianos, es un monigote de trapo que controla Leire Pajín -de Raticulín vendrán trece millones de naves- desde la calle Ferraz.
Es posible que el liderazgo de Jorge Alarte al frente del PSPV -controlado o no desde Ferraz- no sirva de nada a estas alturas, que el papel del PSPV en la política valenciana sea el de un segundón para los restos a la espera de un tiempo mejor en el que el socialismo valenciano sea capaz de hacer ver a los ciudadanos que otras políticas públicas son posibles.
Yo sé que esto eran unas elecciones europeas y que, en el fondo, ni Camps, ni Rajoy, ni Zapatero se jugaban gran cosa salvo desastre. Porque, no nos engañemos, las europeas se votan en clave interna, pero si la cosa va mal se saca la carta de los pueblos de Europa y el bien común, y santas pascuas. Las europeas son como la Supercopa, si se ganan uno es el mejor, si se pierde el trofeo no es importante.
Pero, insisto, que con la que está cayendo ni Alarte ni el PSPV hayan sido capaces de conseguir que los valencianos voten en clave valenciana afinada a la izquierda da una medida bastante acertada de los problemas que, a pesar de todo, sigue arrastrando el socialismo valenciano.
Polarizados
Este blog nació con un objetivo, encender algunas luces en Alicante y evitar que las que ya existen se apaguen. ¿Qué queréis que os diga? Ahora, visto en perspectiva, pienso que fui un poco -bastante, más bien- pretencioso o que demostré ser un iluso completo. Es difícil que, escribiendo un blog, uno pueda encender o apagar luces, más si uno lo hace desde Cádiz o desde Sevilla -depende del día. En todo caso, sigo en ello porque, entre otras cosas, me ayuda a ordenar las ideas y también porque no me resigno.
Pero no es esa la cuestión que quiero tratar hoy en el post. La cosa no va de luces, la cosa va de polarización.
Lo que me preocupaba cuando empecé a escribir eran dos cosas fundamentalmente. Por una parte, el estado de degradación en el que se encuentra la ciudad de Alicante; o lo que es lo mismo, me preocupaba la degradación de los barrios, de las calles, de los edificios de Alicante.
Por otra parte, me preocupaba el estado de las cosas a nivel valenciano, las políticas de la Generalitat, el descuido de los servicios públicos, la degradación del paisaje, el urbanismo feroz que todo se lo comió.
Además, y como cuestión colateral, me interesaba pensar y escribir sobre el desprestigio de la política y sobre la situación general de la cosa pública en Alicante y en la Comunitat.
No es que haya dejado de interesarme por ello, pero lo cierto que es que cuando pensaba en la situación en la que se encuentran la Comunitat Valenciana, sus ciudades, los barrios, las calles y las casas, me dejé en el tintero las más de las veces, a las personas, los más importantes.
Desde hace algunos meses me doy cuenta de que la situación de las personas es la más preocupante. En la Comunitat Valenciana, en Alicante los ciudadanos se han polarizado de tal manera que la atmósfera es irrespirable en muchos casos. No tenéis más que leer los comentarios del Diario Información. Prácticamente no hay términos medios. También en este blog, la discusión se ha convertido, en algunos casos, en algo tan agrio que he tenido que borrar comentarios por improcedentes e insultantes.
Así, resulta imcompatible estar en contra de la gestión del President de la Generalitat y ser un buen valenciano; es imposible alabar cualquiera de las decisiones de Sonia Castedo -en su más mínima expresión- y, al mismo tiempo, querer el bien para Alicante; no se puede ser republicano y hombre de bien -reedición de la máxima que no sé si conocéis «valencià i home de bé, no pot ser»-; no cabe la posibilidad de criticar ninguna política del gobierno de España sin subirse a la parra y llamar traidor al Presidente del Gobierno.
Una de las cosas que nos explicaban en la Universidad era que los costes de información eran una de la razones que explicaban la escasa participación política de los ciudadanos. O lo que es lo mismo, saber si un pesticida es o no perjudicial para la salud requería, hasta hace no demasiado tiempo, unos conocimientos de los que sólo los instruídos en la materia disponían.
Internet ha cambiado ese paradigma, el acceso a la información es mucho más sencillo, a sólo una búsqueda en google, de manera que se han reducido a prácticamente cero los costes de información.
En buena lógica, pues, el cambio de modelo de acceso a la información debería habernos traído ciudadanos más informados, mejor posicionados, más conscientes y, por tanto, debería de habernos traído niveles más altos de participación ciudadana y de mayor calidad.
Pero no es así. En contra de lo que pudiera parecer, la información que la mayoría de los ciudadanos manejamos no es más rica, ni más contrastada, ni más imparcial, ni de mejor calidad, sino más sesgada, menos equilibrada, más visceral. De que esto sea así se encargan los partidos políticos, los medios de comunicación, los grupos de opinión, que lanzan sus mensajes al aire para que los respiremos.
Mensajes simplificados, grandes consignas, frases lapidarias, píldoras de información que los ciudadanos ingerimos sin ninguna dificultad y que vomitamos sin el menor problema.
Podéis comprobarlo. Los ciudadanos repetimos consignas en función de los mensajes que, por la mañana, elaboran los partidos políticos y que los medios de comunicación afines se encargan de propagar, con mayor o menor sesgo.
Ayer por la noche, ví cómo TeleMadrid cubría la información sobre la declaración de Francisco Camps ante el juez y os aseguro que la sensación que tuve fue la de una plácida visita del President al juzgado, arropado por los suyos y jaleado por cientos de adeptos.
Todo esto os lo digo porque, después de mucho tiempo escribiendo en este blog, mi principal preocupación ahora es el aborregamiento al que hemos llegado los alicantinos de uno y otro signo, y el maniqueísmo de los comentarios, los pensamientos y las reflexiones de uno y otro bando. La polarización.
Una polarización que, en realidad, sólo contribuye a simplificar la realidad -muy rica, por otra parte- de la ciudad.
Ayer leía entre los comentarios a una noticia una exaltación de las bondades turísticas de la ciudad de Alicante que era respondida con comentarios a favor y en contra de Francisco Camps o el Presidente del Gobierno.
Bien, pues ni Alicante es la perla del Mediterráneo, ni la culpa la tienen sólo Zapatero o Camps.
A ver si nos vamos enterando. La información está en google. Sólo es cuestión de un click.
De piedras, ilusiones y guarderías
Luego me dicen que soy un exagerado, que me quemo mucho con la alcaldesa de Alicante y con el Molt Honorable President de la Generalitat Valenciana, pero lo cierto es que las cosas no andan bien por esta tierra.
No se salva ni Jorge Alarte, ínclito candidato socialista a las elecciones autonómicas. Mirad, mirad, cómo se las gasta también Alarte.
Ayer un comentario me alertó de algo sobre lo que no tenía la menor idea porque no soy padre y, por tanto, no como huevos.
Resulta que una guardería de Alicante, la escuela infantil Gran Vía Aventura, llevaba dos años abierta sin el correspondiente permiso municipal, de manera que la Concejalía de Urbanismo envió una orden para que fuera clausurada inmediatamente. Los padres, claro, reaccionaron para evitarse el trago de tener que buscar un nuevo centro para sus hijos a mitad de curso y solicitaron la mediación de la Alcaldesa que, con sus superpoderes, evitó el cierre.
Sonia Castedo y Enrique Sanus, aunque por una cuestión de identidad supersecreta no debería haberos dado este último dato
Bueno, pues esa es la historia. Pero no creáis que se acaba aquí.
Parece ser que en Alicante existen multitud de guarderías que no alcanzan un nivel suficiente en cuanto a instalaciones, personal, dotaciones, etc. así que el Ayuntamiento, con su alcaldesa al frente, ha decidido hoy comenzar una campaña que durará un mes en la que todas las guarderías de la ciudad serán inspeccionadas para comprobar si, efectivamente, cumplen los mínimos requisitos.
Ante esta situación, las preguntas se le amontonan a uno. No os las pongo todas porque sería un embrollo, pero resumo.
La primera de ellas es ¿cómo es posible que una guardería esté funcionando durante dos años sin permiso municipal en una ciudad de España?
La segunda es si, como parece, existen otras muchas guarderías en Alicante sin el correspondiente permiso municipal ¿a qué está esperando el Ayuntamiento para cerrarlas?
La tercera es, dado que la alcaldesa ha paralizado el expendiente de cierre de esta guardería por la presión de los padres ¿qué le impide paralizar los expendientes de cierre que puedan venir de aquí en adelante? ¿no presionarán los padres a la alcaldesa también en el resto de los casos?
Y, finalmente, ¿cómo es posible que Alicante no cuente con un número suficiente de guarderías públicas de calidad?
Bien, la segunda parte de este post, tiene que ver con el Palacio de Congresos, o Centro de Congresos –para que el Colegio de Médicos no se enfade.
Ayer, durante una entrega de premios en Alicante, el Igualnotant Molt Honorable President de la Generalitat anunció que la primera piedra del Centro de Congresos de la Sangueta se colocará antes de las Hogueras, o lo que es lo mismo justo antes de las Elecciones Europeas, que de eso el Igualnotant Molt Honorable sabe mucho.
Desde aquí suponemos que será después de colocar la última piedra de la Avenida de Dénia que parece que la Generalitat se tomó la cosa con mucha ilusión, pero la ha dejado a medias sine die.
En fin, que Camps dijo que el proyecto del Centro de Congresos le hace una «ilusión bárbara» (sic.) y que es una pieza fundamental para el «concepto de ciudad» (sic.) que el Consell tiene de Alicante. Además, Francisco Camps anunció que se va a hacer un viaje a Boston -suponemos que en avión y no en velero- para negociar que las tres próximas ediciones de la Volvo Ocean Race salgan desde Alicante.
No quiero acabar el post sin recordaros que ayer la alcaldesa de Alicante evitó el cierre de una guardería privada en la ciudad, que existen muchas más que no cumplen los requisitos mínimos que garanticen su actividad, que la proliferación de guarderías privadas es consecuencia de la inexistencia de guarderías públicas, que un 20% de los niños de 3 años de la ciudad se quedarán sin plaza escolar este año, que cientos de niños alicantinos estudian en BARRACONES y que el Centro de Congresos de Alicante costará unos 50 millones de euros.
Sobre la Volvo Ocean Race, hablamos otro día.