Amiguitos del alma

Esta mañana me he partido de risa con la transcripción de la presunta conversación entre Camps -el Molt Honorable, o no, President de la Generalitat Valenciana- y el Bigotes -el Molt Honorable amiguito del alma de Camps.

Lo único que me duele es que hoy precisamente Francisco Camps está a doscientos metros de mi casa, en el Monasterio de Santa Faz, y yo estoy en una feria de formación en Sevilla, así que no podré gritarle que lo quiero un huevo -y parte del otro.

Os dejo el enlace de la conversación para que conozcáis el jaez del President. Es de partirse si no fuera porque este hombre es el jefe del Consell valenciano y la máxima autoridad del Estado español en la Comunitat Valenciana.

Os dejo también este vídeo de esta canción cuya letra está inspirada en la bonita relación entre Camps y el Bigotes.

Por su parte, Sonia Castedo -quien pidió que la juzgáramos por sus hechos y sus palabras-, ha dicho que no ha leído la transcripción de la conversación que publica EL PAÍS; según lalcaldesa, ella lee lo que le interesa y lo que no le interesa no lo lee. Os aseguro que tenemos los políticos que nos merecemos.

Si los véis, a Camps y a Castedo, les dáis saludos de mi parte y les decís que los quiero un huevo.

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La corrupción, el fondo de armario y los ciudadanos

Algo extraño ocurre en este país cuando el alcalde malagueño acusado de corrupción es recibido por sus vecinos con un sonoro y cerrado aplauso.

Algo preocupante está pasando en españa -sí, en minúscula- cuando los partidos políticos no ponen en marcha todos los mecanismos internos necesarios para erradicar la corrupción de sus filas.

Algo malo sucede cuando la respuesta del Partido Popular, ante la imputación de varios cargos electos, no es la expulsión de militancia, sino una actitud chulesca, frentista e impropia de un partido liberal europeo.

Es muy probable que el Partido Popular tenga razón en una cosa -en lo que se refiere, sobre todo, a la Comunitat Valenciana; los ciudadanos reiteran el apoyo al PP elección tras elección de manera inexplicable.

También es muy posible que la corrupción forme parte ya del ADN de las formaciones políticas españolas sin remedio y que el problema vaya creciendo a medida que pasen los años, y la democracia española se consolide.

Y, finalmente, es más que probable que para los ciudadanos la corrupción política haya supuesto un mal menor, frente a los pingües beneficios económicos que la sociedad española ha obtenido durante los últimos años a base de una progresiva relajación de la moral y la ética en la cosa pública.

Ahora bien, creo que los ciudadanos no somos plenamente conscientes del daño colectivo que, con esta actitud nos hemos hecho. Durante los últimos diez años, el crecimiento de la economía española ha estado basado en un sólo elemento, el sector inmobiliario. Ello, a costa de la destrucción del territorio, y la desaparición de hábitats humanos y naturales de alto valor. 

Con ello, además, se han esfumado diez años de alternativas económicas de largo recorrido basadas en la I+D+i en sectores que serán claves en los próximos años -Energía, Aeronáutica, Agua, TICs, Educación, Comunicación, Diseño, Turismo, Ecología.

Si nuestro crecimiento no hubiera estado basado en el ladrillo, seguramente hubiera sido mucho más lento, pero también es muy probable que una buen número de los problemas con los que la sociedad española se encuentra en este entorno de crisis se hubieran suavizado. Estoy pensando fundamentalmente en la tasa de paro actual.

Con todos los recursos públicos malbaratados durante estos diez años, la sociedad española podría haber puesto en marcha programas sociales ambiciosos que, de una vez por todas, hubieran superado los eternos problemas de los servicios públicos españoles; políticas activas de desarrollo sostenible; planes de fomento de la investigación y el desarrollo y la producción industriales más acordes con los retos del siglo en que vivimos.

Seguramente, el historial político español viene a dar la razón a la corrupción política. Al fin y al cabo, siglos de oscurantismo, represión, cortura de miras, oportunidades desaprovechadas, extremismo religioso, etc. no podían ser una casualidad. La clase política española ya había demostrado antes que es hija de la sociedad que dirige.

Y, en el caso del Partido Popular, a pesar de los esfuerzos del PP por anunciar que es inmune a la corrupción política, queda demostrado que nadie lo es en esta España de charanga y pandereta.

Que Camps sea imputado por un chaleco blanco, una chaqueta fantasía, y unos trajes resulta, al final, una cuestión cómica y, como se ha dicho más de una vez, punto chusquera que únicamente demuestra que lo más importante que el Molt Honorable ha hecho durante los últimos años ha sido ampliar su fondo de armario.

Sin embargo, lo extraño de la cuestión es que los mismos ciudadanos que están siendo traicionados día a día por su clase política, la reciban bajo palio y con gozosos aplausos.

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El nuevo traje del emperador

Si lo que el informe de la Fiscalía Anticorrupción dice es cierto, el Molt Honorable President de la Generalitat Valenciana, Francisco Camps, tiene un problemón y un exquisito gusto por los trajes.

Según se desprende de las investigaciones, Francisco Camps pagó a una de las empresas investigadas la bonita cifra de 30.000 euros en trajes.

No sé cuánto cuestan los trajes del Molt Honorable, pongamos que 1.000 eurazos cada uno. Pues 30 trajecillos.

Confiemos en que no sea así, porque de ser así Camps cambiaría el traje de 1.000 por un traje a rayas.

Esto es una indecencia.

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They hold their own penis using a sheet of smoking paper

Hace poco tiempo que entiendo el significado de esta expresión. La había oído mil veces pero, la verdad, no tenía ni la menor idea de qué significaba.

Se la coge con papel de fumar.

Pues ya lo empiezo a entender.

Me había prometido a mí mismo no hablar ni del Bigotes, ni de La Núcia, ni de nada de eso porque es que el tema es de aburrimiento y no descubre absolutamente nada nuevo.

¿O es que no sabíamos todos que el Consell, el PP valenciano, los ayuntamientos de esta tierra y, en general, la clase política valenciana tienen en los genes -aprovecho para remitiros al post de Ricardo sobre Darwin- una tendencia enfermiza al tejemaneje?

Pero como la actualidad es la que manda, pues a su dictado me pliego.

Si ya lo decía yo que Mariano Rajoy no hacía bien en relacionarse tanto con Francisco Camps; si ya decía yo que de la amistad con Paquito -que creo que así lo llaman sus colegas- no podía salir nada bueno.

¿Te lo dije, Mariano? ¿o no te lo dije?

Os resumo la cosa para que nos hagamos todos una idea, aunque en este blog lo tenéis todo muy bien explicado.

Todo empezó la semana pasada. 

Baltasar Garzón iniciaba una investigación para esclarecer una supuesta trama de corrupción en la que estaban implicados los gerentes de una empresa de organización de eventos. Las ramificaciones: Madrid, Cádiz Marbella y la Comunitat.

La empresa en cuestión, Special Events, aunque algunas otras -Pasadena Viajes, Technology Consulting Management, Easy Concept y Servimadrid- también forman parte, aparentemente, de la trama.

Poco a poco hemos ido sabiendo que Special Events y la sucursal valenciana Orange Market -el nombre dice mucho- fueron los organizadores de varios saraos del Partido Popular y afines, aquí y allá. Por ejemplo:

– El mítin final de Rajoy en València.

– El congreso del PP en València.

– Las campañas electorales de Francisco Camps.

– El stand de la Conselleria de Turisme en Fitur.

– Los premios Luis del Olmo de periodismo, en La Núcia.

– La cabalgata de la Volvo Ocean Race.

– La copa América.

– Las manifestaciones del Trasvase del Ebro.

Y que el principal acusado, Francisco Correa, fue testigo de la boda de la hija de Aznar, por su amistad con Alejandro Agag -que, me váis a perdonar, pero tiene nombre de empresa de Aguas-, aunque sea dicho que Anita Aznar y Alejandro Agag –¿Anijandro Azgag o Alejanita Agnar?– tuvieron 25 testigos en su boda.

O lo que es lo mismo, qué nivel, Maribel.

A lo que vamos. La relación entre todas estas empresas y el PP comenzó en la época de Aznar. Pero, como todo lo malo se pega, se mantuvo después en algunos ayuntamientos y comunidades autónomas gobernadas por los populares. Entre ellas Galicia y, como no podía ser de otra manera, la Comunitat Valenciana, capisci?

Mariano Rajoy partió peras con Correa hace ya un tiempo, pero la cosa continuó con fuerza allí donde la corrupción encuentra el suficiente estiércol como para prosperar. Véase, Madrid y la Comunitat.

La joya de la corona del desmadre valenciano -aún queda mucho por ver- es el intento de compra por parte de Francisco González de un PAI de La Núcia, el PAI Pie de Monte.

Y así se las gastan los miembros del Consell en Les Corts.

Si me decís que la cosa no es para aburrise…

Ah, por cierto, confirmado, en Información no publican nunca mis comentarios.

Buen fin de semana.

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Qué sabes de la VIU?

Sí hombre, la VIU, la Virtual International University, oiga, la Universidad Virtual Internacional, aquello que se le ocurrió a la Generalitat Valenciana en el año 2004.

¿Cómo que no sabe usted de qué le estoy hablando?

Sí hombre, aquella universidad privada costeada con fondos públicos. Que sí, párese usted a pensar un momento.

¿Le empieza a sonar?

No, claro.

Bueno, pues yo le cuento. Hace 5 años, la Generalitat Valenciana se sacó de la manga un proyectazo: la creación de una universidad virtual -online se entiende- para:

1. Captar alumnos de todo el mundo.

2. Sacar de sus casillas al resto de universidades valencianas que, a día de hoy, siguen sin creer en el proyecto.

3. Hacerle la puñeta a la Universitat Oberta de Catalunya quitándole alumnos y frenando el pancatalanismo que tanto le duele al gobierno de la Generalitat.

Pero, por lo que se ve, la cosa no acaba de tirar para adelante. ¿Usted la ha visto? Yo no, debe de ser porque es virtual.

El primer objetivo no se ha cumplido. A día de hoy la VIU promete poner en marcha el próximo curso un par de másters propios y alguna que otra especialización. Con un presupuesto de 3.9 millones de euros y 15 personas en nómina, no está nada mal.

El segundo objetivo está cumplido de sobras. A los primeros que no les gustó la idea y sigue sin gustarles es a los responsables de las universidades públicas valencianas que han visto como un proyecto de universidad privada crecía a sus espaldas y era financiado con dinero público.

El tercer objetivo, pues ¿qué quiere usted que le diga?, no soy imparcial.

La cuestion es que poner en marcha un proyecto de esta envergadura no es algo que se haga de la noche al día y, sobre todo, sin el necesario consenso de todos los actores de la cosa pública valenciana.

Una universidad no es un quiosco de madalenas, ni un circuito de fórmula 1. Un proyecto de estas características necesita innovadores, cabezas penantes, académicos de prestigio, apoyo de la comunidad universitaria.

Nada de eso se da en VIU, pero, ¿a quién le sorprende?

Escribo sobre esto por no escribir sobre el Bigote y toda la patulea.

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Educación, Sanidad y Fórmula 1

El circuito urbano de Fórmula 1 de València ha quedado precioso y la carrera fue una maravilla, de categoria, xe. Es probable que muchos no nos demos cuenta, señores, pero somos seguramente los ciudadanos más afortunados del orbe. El domingo de la Fórmula 1 de València, el informativo de Canal 9 se encargó de recordárnoslo. La frase fue, creo que literalmente, la siguiente: cap altre territori en el món pot pressumir de tindre la quantitat de grans esdeveniments que té la Comunitat Valenciana.

Por si os contáis entre los desagradecidos os los recuerdo: Alicante, la Volvo Ocean Race; Castellón, el master de golf en el campo de Fabra; y, en València, la F1 y la Copa América.

¿Y todavía hay ciudadanos que se quejan? ¿pero qué es lo que quieren?

Estos valencianos no están contentos con nada.

Pero si en poco más de un año la Generalitat ha desembolsado 80 millones de euros para que el circo de la Fórmula 1-y subrayo circo porque está lleno de payasos-, un negocio enorme para los Berlusconni, Agag, Ecclestone o Mosley se hagan de oro, inunde las calles del cap i casal.

¿No querían pan y circo? Pues toma circo. Y el pan…

Hoy EL PAÍS publica que la Conselleria d’Educació debe 40 millones de euros a 27.000 profesores e interinos; ayer nos enteramos de que el gasto medio por habitante en salud es, en la Comunitat Valenciana, 155 euros inferior a la media nacional; INFORMACIÓN publica hoy que el 50% de los niños de 4 y 5 años no tendrá este año profesor de inglés; ayer EL PAÍS publicó que el Consell está a la cola del gasto medio por alumno pese a ser la Comunidad Autónoma que más gasta en Educación y aunque, eso sí, lideramos el porcentaje gastado en conciertos educativos, 8.000 alumnos valencianos comenzarán el año escolar en barracones.

Os recomiendo también este artículo del Blog Alicante/Alacant Siempre sobre las fundaciones y empresas públicas de la Generalitat, y la oscuridad de la deuda valenciana.

Así pues, pese a que Francisco TDI Camps debe de estar que se sale de contento -un gran evento más que sumar a la lista de grandes eventos y proyectos megalómanos- los valencianos tenemos muchas razones para estar descontentos.


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De vuelta otra vez

Buenos días por la mañana, me reincorporo.

Lo dejé hace un mes porque no tenía tiempo para escribir, pero también porque necesitaba un poco de aire.

Si os digo la verdad, a veces se hace difícil escribir sobre Alicante y la Comunitat Valenciana, por muchas razones. En primer lugar, porque tengo la sensación de que la crítica no llega a ninguna parte, de que los poderes públicos valencianos van a la suya, con o sin crítica, y sobre todo de que los ciudadanos están cegados, no quieren ver o no les interesa ver lo que ocurre a su alrededor. Vaya, que predico en el desierto.

Además, hace tiempo que no vivo en Alicante, voy de visita de vez en cuando y, por mucho que lea la prensa, visite los blogs sobre Alicante, o me esfuerce por mantenerme informado, la realidad que yo toco y vivo no es la alicantina ni la valenciana, sino otra muy diferente.

Aún así, me reincorporo por una especie de vocación de servicio público que no me quito de encima. Alicante me gusta y me gusta la Comunitat Valenciana. Es mi tierrra, ¿qué le vamos a hacer? me gusta el secarral y cómo se refleja la luz del sol en el cielo, así que váis a tener que aguantarme por lo menos hasta que vuelva a tener otra crisis de fe.

Así que, vamos a lo que vamos.

Estoy sorprendidísimo porque al alcalde de Alicante le ha sobrevenido un ataque de conocimiento -del alicantino, coneixement- sobre temas urbanísticos que bien podría haberle afectado en la aprobación del plan Rabassa, o en la adjudicación de licencias para construir en la Cala Cantalar del Cabo de la Huerta, o en el derribo de la Isleta.

En fin, la cuestión es que Díaz Alperi rechaza, con buen criterio, el plan del Gobierno de aumentar la edificabilidad en los terrenos del soterramiento de las vías del tren. Parece que al Ministerio de Fomento no le salen las cuentas y pretende aumentar la edificabilidad para sacarle mayor rendimiento urbanístico a los terrenos.

Alperi, que sabe mucho sobre rendimientos urbanísticos, se niega y el ministerio, también con buen criterio, le reclama de dónde pretende sacar el dinero que el Ayuntamiento deberá aportar para ejecutar la obra si no aumenta el grado de edificabilidad.

En resumen, el Ayuntamiento de Alicante está a dos velas y el ministerio le va a la zaga, pero la estrategia de Alperi es la de hacer oposición al Gobierno para esconder sus propias vergüenzas, ¿os suena?

Mientras, los alicantinos pendientes de un proyecto central para el desarrollo urbanístico de la ciudad, y la casa patas para arriba.

En cualquier caso, Luis Diaz Alperi tiene vocación de adivino, lo demostró con sus vaticinios sobre los inmigrantes y la delicuencia. Y fue él quien inició una campaña de desprestigio contra la anterior Síndica de Greuges que ha finalizado con una operación de desvergüenza institucional del Consell que, en la práctica, supone que la Sindicatura de Greuges, una institución que se supone imparcial y directamente al servicio de los problemas reales de los ciudadanos.

Con dos cojones.


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Le he cambiado el título al post

Se pueden distinguir tres etapas en la popular serie de dibujos animados Heidi.

A saber:

  1. Heidi llega a casa del abuelito. Tras los primeros problemas de convivencia y superadas por parte del abuelito las fases de negación, ira, negociación, depresión y finalmente aceptación, la niña se adapta a la vida en los Alpes.
  2. Heidi se marcha a Frankfurt. Conocemos a personajes como la señorita Rottenmayer, Clara o la abuelita de Clara. La vida de Heidi es un suplicio, hasta que la niña no puede más y entra en una profunda crisis que afecta a su salud física y psicológica.
  3. Heidi regresa a los Alpes. Esta vez es la señorita Rottenmayer quien atraviesa las cinco fases, asistimos a la curación de Clara y a la transformación del carácter del abuelito.

Y hablando de cuestiones sin trascendencia alguna, la Generalitat Valenciana anunció ayer su intención de elaborar un contrato a imagen y semejanza del que, en campaña electoral anunció Rajoy, según el cual los inmigrantes se comprometerán a cumplir las leyes, principios y costumbres españolas y valencianas.

El contrato, tal como acabó reconociendo la propia Generalitat, no parece que vaya a tener ningún tipo de valor y es más una cuestión de voluntarismo político por parte de la Generalitat.

Ante este anuncio, tengo algunas consideraciones:

  • Debate profundo. Si de verdad abrimos la caja de pandora de las costumbres valencianas, vamos a ir hasta el fondo de manera que cuando el inmigrante tenga que firmar el contrato, las cosas estén muy claras y no haya malentendidos.

Así, si somos honestos con nosotros mismos, deberíamos abrir un profundo, valiente y descarnado debate ciudadano sobre nosotros mismos. Os doy algunos ejemplos:

¿Paella valenciana o paella alicantina? Es decir, ¿qué paella queremos que respeten los inmigrantes? ¿la paella alicantina de exquisita simplicidad y excelente resultado? ¿o la paella valenciana, cuyas normas de elaboración requieren un conocimiento casi alquímico, y cuyo resultado es también digno de mención? ¿la paella de carne, o la paella de pescado? ¿es lícito elaborar la paella mixta?

Más ejemplos, ¿mascletàs o castillos de fuegos artificiales? ¿qué le debe gustar más al inmigrante, les Falles o les Fogueres de Sant Joan? ¿valenciano o castellano, o como he oído decir alguna vez, valenciano alicantino? ¿Deberán los inmigrantes que firmen el contrato comprometerse a respetar la valenciana costumbre de meter la mano en la bolsa del dinero público? ¿tendrán que cumplir el principio de que lo mejor que puede hacer quien tiene un terrenito en esta santa tierra es especular con él, o enterarse de cómo dar un pelotazo? ¿deberán los inmigrantes militar en el menfotisme castellonense, valenciano o alicantino? porque hay diferencias, aunque no lo parezca.

En fin, muchas preguntas para las cuales el Consell deberá dar respuestas cuanto antes si de verdad quieren tener la ley lista para antes del verano.

  • Que Rajoy se agarre a la silla. Dado que el contrato en sí no tiene ningún valor legal, todo parece indicar que Francisco Camps está haciendo puntos ante Mariano Rajoy. La propuesta, como digo, es calcada a la que Rajoy hizo en campaña. Y como el PP no ganó las generales, Camps ha debido de pensar que, ante el vacío de poder en el PP y tras la marcha de Zaplana a Telefónica, le toca hacer el papel de azote del gobierno.

Si Rajoy conoce un poquitín a Francisco Camps, ya habrá cogido el teléfono y habrá llamado a Zaplana para que el ex-President de la Generalitat le explique cuáles son los pasos que no debe dar si quiere evitar que Camps se le meta en casa, lo eche y cambie la cerradura.

El Conseller d’Inmigració i Ciutadania defendía esta mañana el contrato poniendo por delante el progresivo deterioro de los servicios públicos valencianos, con un grado de desparpajo y desfachatez de los que sólo el PP valenciano pueden hacer gala, y los retos derivados de la absorción social y cultural de un volumen de cerca de 800.000 inmigrantes -entre legales e ilegales.

Todos sabemos en qué tierra vivimos, cada cual que juzgue.

Os animo, en cualquier caso, a que plantéeis nuevos objetos de debate de cara a la fijación definitiva de las costumbres valencianas.


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Alicante y las elecciones generales

Por fin pasaron ya las elecciones. Ya se han acabado las promesas, los reproches y los actos de campaña. Aún teniendo en cuenta cómo es la política española, ya ha vuelto la normalidad.

El balance de las elecciones en la Comunitat Valenciana y en la provincia de Alicante no permite ninguna duda: el PP valenciano ha ganado las elecciones y el PSPV las ha perdido, EU se deshace en el bipartidismo; o sea, ninguna novedad.

Hoy publica INFORMACIÓN un artículo en el que recoge las reacciones de las diferentes asociaciones empresariales alicantinas. Me paro a analizar las declaraciones del Presidente de la patronal alicantina, COEPA.

Según la patronal, el PSOE ha pagado en Alicante su gestión de gobierno, entendiendo que la derogación del trasvase del Ebro y la política de infrastructuras han perjudicado a la provincia de Alicante. Es discutible, desde luego. En cualquier caso, me sorprende una cuestión; según Modesto Crespo es bueno que los partidos nacionalistas hayan retrocedido. Lo que no explica la noticia es por qué piensa el señor Crespo que eso es bueno. 

El resto de representantes empresariales parecen coincidir en la necesidad de acuerdos en los grandes temas que les preocupan -AVE, parón del sector inmobiliario, agua e infraestructuras.

No parece un mal punto de partida buscar los acuerdos en cuestiones centrales para el futuro de la Comunitat Valenciana y la provincia de Alicante.

Sin embargo, hablando de ello, parece que Franciso Camps no está dispuesto a llegar a ningún acuerdo y que, por tanto, no va a variar ni un centímetro su posición de estos cuatro años, así que el gozo de los empresarios valencianos en un pozo. El Molt Honorable resume sus reivindicaciones en:

  • Ejecución del Trasvase del Ebro. Ni agua desalada, ni ahorro, ni mejor gestión. Sólo el Trasvase del Ebro es la solución.
  • AVE para todos y, para València, más. No importa que las obras se estén ejecutando, sólo importa repetir la consigna.
  • Nuevo marco de financiación autonómica -somos un millón de valencianos más. Dice que Camps que va a recoger firmas para conseguir un nuevo marco de financiación autonómica y que ese dinero va a ir a sanidad y educación. Dice Camps que, el que no firme, está en contra de las políticas sociales. Al pobre Camps, de no usar el cargo para nada, se le olvida que es President de la Generalitat y que hay foros en los que negociar esa cuestión de manera bilateral y multilateral con el Gobierno sin necesidad de poner mesas petitorias.

 

Las chicas de la cruz roja

Estas tres reivindicaciones, como los mandamientos, se resumen en uno solo que ha de repetirse a modo de mantra. Repeat after me: el PSOE y el Gobierno de España odian y marginan a los valencianos.

Por cierto, que algunas voces apuntan a Camps como sucesor de Rajoy y hombre fuerte del PP. Y yo me pregunto ¿es buena idea? ¡Camps tiene como modelo político a un alcalde sospechoso de haber trincado dinero de la caja en Torrevieja!

Las elecciones generales han servido también para constatar que el PSPV tiene problemas, no levanta el vuelo ni en los municipios alicantinos en los que es gobierno municipal. La cosa es grave, en muchos casos, incluso pierde la partida contra el PP. 

Así que, se impone la catarsis y la renovación que el PSPV decidió aparcar hasta después de las generales y que ahora retrasan hasta después de la Semana Santa, sin prisas. Jordi Sevilla, Leire Pajín o Jorge Alarte son algunas de las caras que podrían encabezar el próximo cartel electoral socialista en las autonómicas valencianas, pero la cuestión es de ideas no de caras.

Si el PSPV centra su renovación en substituir una cara por otra, seguirá el mismo camino que ha seguido desde mediados de la década pasada, el de la oposición.

La gran virtud del Partido Popular en la Comunitat Valenciana es que ha sido capaz de atraer el voto de los ciudadanos aparentando que se enfrenta a sus problemas reales, haciendo del defecto virtud.

Pongamos un ejemplo, la Comunitat Valenciana es una de las que en mayor medida está sufriendo la crisis del sector inmobiliario.

El problema tiene un origen claro: durante todos estos años el crecimiento económico valenciano ha estado centrado casi exclusivamente en la construcción y los servicios que de ella se derivan.

Ha sido la propia Administración Pública valenciana quien ha permitido que eso sea así, impulsando macroproyectos urbanísticos como Marina D’Or, o permitiendo toda clase de desmanes urbanísticos en los municipios valencianos en pos de un modelo de crecimiento económico basado en el monocultivo, y desatendiendo otros sectores tradicionales de la economía valenciana que, hoy, atraviesan una crisis cuyos orígenes se remontan muchos años atrás.

Cuando llegan los problemas, la administración pública mira hacia otro lado y reclama soluciones a los problemas que ella misma ha creado o que ha permitido. Si esas soluciones no llegan rápido, se lamenta, patalea y entona el mantra:

Todos juntos: el PSOE y el Gobierno de España odian y marginan a los valencianos.

La eterna reivindicación del agua para todos también tiene su origen en el desorbitado crecimiento urbanístico valenciano. Los problemas de abastecimiento de agua no tienen sólo que ver con las necesidades de los regantes de la Vega Baja del Segura -importantes, desde luego- sino que en gran medida tienen su origen en las necesidades absurdas de un crecimiento urbanístico innecesario.

Sin embargo, el mantra del PP ha calado y los propios agricultores lo han incorporado a sus reivindicaciones en un modelo que triunfa y que se extiende. Es como una venda que tapa los ojos de todos pero que, sin embargo, a todos permite la clarividencia.

Ante ello, el PSPV se ha mostrado incapaz de reaccionar. Durante los cuatro últimos años no ha sido capaz de contrarestar el efecto del discurso del PP con un discurso que pusiera el acento en el excesivo papel del sector inmobiliario en la economía valenciana, que resaltara los esfuerzos del Gobierno para abastecer de agua a la Comunitat con alternativas al Trasvase del Ebro, que pusiera a las claras el alto nivel de inversión en infraestructuras del Ministerio de Fomento, que destapara los sucesivos boicots de la Generalitat Valenciana a las leyes sociales del ejecutivo, que pusiera de manifiesto las carencias de los sistemas públicos de salud y educación valencianos, etc.

Ante esa incapacidad, el discurso falaz, engañoso, xenófobo, anticatalanista, costumbrista, victimista, alarmista del PP ha calado en una sociedad que se enfrenta a retos para los que los partidos progresistas están mejor equipados desde el punto de vista ideológico y de puesta en marcha de políticas públicas, pero que vota PP.


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