Veréis, está la cosa tan malita que he decidido salir un rato de mi cámara criogénica para comentar la jugada. Es probable que cuando vuelva a meterme otra vez en mi burbuja de frío penséis que para esto mejor me hubiera quedado, pero es un riesgo que asumo de buen grado.
Francisco Camps
Dudas, discursos y contradicciones
Llevo por lo menos tres semanas dándole vueltas a dos cosas. La primera de ellas, este post. La segunda, cómo será el discurso institucional de Francisco Camps hoy.
En todo este tiempo, no he sido capaz de dar con una respuesta a ninguna de las dos cuestiones.
No tengo claro cómo enfocar este post. Tengo tal cantidad de puntos de vista para el post que no acierto a escribir tres líneas seguidas sin saltarme el tema y cambiar de tercio. Por suerte, una encuesta publicada hoy por EL PAÍS, me ayuda un poco en la labor.
Según la encuesta, el 53% de los valencianos creen que el President de la Generalitat mintió sobre la cuestión de los trajes. Tal como yo lo veo, no es que el 53% de los valencianos lo crea, es que Francisco Camps mintió; primero sobre quién había pagado los trajes -él no, desde luego-, y después sobre si conocía o no a su amiguito del alma -Camps dijo que no conocía a Álvaro Pérez.
Otra cosa es que el TSJV esté presidido por otro amigote de Camps y que todos hayan jugado al límite de las reglas para ganar.
Además, el 83% de los encuestados cree que en el Gobierno de la Generalitat Valenciana, existe corrupción. Pero la misma encuesta revela que, de celebrarse elecciones, el PP ganaría en número de votos y de escaños.
Del otro lado, sólo el 20% de los encuestados sabe quién es Jorge Alarte, pero considera que el PSOE defiende peor que el PP los intereses de la Comunitat Valenciana. Es decir, ninguna novedad, el mismo panorama de siempre.
Francisco Camps bien podría afirmar «Yo soy Valencia» y quedarse tan pancho porque, de alguna forma es verdad.
Más de una vez me habréis leído perplejo por saber que los vecinos de municipios cuyos alcaldes están acusados de corrupción repiten en las urnas y reeligen al alcalde, incluso lo reciben con aplausos y vítores a su salida del juzgado.
Más de una vez me habréis leído diciendo que, en realidad, todos somos complices del mamoneo de estos años. Los resultados de la encuesta demuestran que es verdad, que todos estamos en el ajo y que la calidad de nuestra democracia es ínfima.
En este caso no se trata de un alcalde, se trata del President de la Generalitat. Los ciudadanos somos conscientes de que algo huele mal en el Palau de la Generalitat, pero aún así, estamos dispuestos a taparnos la nariz y seguir votando a los responsables de tanta porquería.
Me cuesta entender que un votante del PP, de clase trabajadora, se desayune con el caso Gürtel y no se le atraganten las madalenas, los fartons o el café con leche.
Porque seguramente el coche de Costa, el reloj de Alperi o los trajes de Camps pueden parecer un mal menor, una nimiedad, pero son la materialización del compadreo de la clase política con una panda de chorizos.
Lo que parece esconderse detrás de todo esto no es un descuido, un garbanzo negro, sino un estilo de hacer política y de gestionar la vida pública que, a la vista de los resultados de las encuestas, a los valencianos nos la trae floja.
Tampoco tengo claro qué será lo que dirá Camps hoy en su discurso institucional. De nuevo, EL PAÍS me ha echado una mano.
Camps publica hoy un artículo en el suplemento de Comunitat Valenciana de EL PAÍS titulado La ambición de un pueblo.
En él, Camps retrocede a los tiempos de Mari Castaña para hablar de la ambición de los valencianos que canalizaron el agua, plantaron naranjos y arroz, utilizaron la energía hidráulica -en fin-, y construyeron el primer hotel en la costa -todo un resumen del espíritu emprendedor valenciano. Y, además, hace referencia a ese Sueño Valenciano del que ya hablé ayer y que tan bien explica mycroft en su comentario.
A camps, esta vez, no le ha dado por llorar y lamentarse del olvido al que Zapatero tiene relegada esta tierra. Una novedad.
Pero, ¿de qué hablará hoy Camps? Lo más probable es que repita la sarta de lugares comunes, de tópicos y de frases vacías.
A mí me gustaría, sin embargo, que Camps hoy cogiera el toro por los cuernos y, desde el declarado amor que profesa a los valencianos y a las valencianas, anunciara su dimisión, convocara elecciones y no se presentara a la reelección.
Seguramente, el PP volvería a ganar las elecciones -el pueblo es soberano, no debe cabernos la mínima duda-, pero, al menos el PP habría hecho un ejercicio de la honradez que hoy le falta, y el PSPV sabría en el medio plazo cuál es su músculo.
Al menos, así, en la Comunitat Valenciana, habría pasado algo.
Perdonadme la espesura mental del post de hoy, sé que nada de eso va a pasar, de manera disfrutad del puente.
Espectacular
El President de la Generalitat estuvo ayer en Alicante en la inauguración de las obras de urbanización de IFA. Ahí es nada.
Aparentemente, el Instituto Ferial tiene un proyecto que se llama IFA 2011 Mediterranean Emotions que pretende relanzar el complejo y dotar las institución ferial de nuevas y mejores infraestructuras; imagino que con la intención de convertir a IFA en un referente de las ferias en su zona de influencia (incluyendo Murcia y Almería, supongo).
Aparte de unas simulaciones por ordenador de cómo quedarán los edificios -lo que es al mundo digital, como al real las maquetas-, la web del proyecto, no contiene ninguna otra información. Es decir, nada sobre los objetivos del proyecto, nada sobre su substancia, nada sobre cuál es el área de influencia de IFA y por qué -comparándose en volumen, por ejemplo, con otras ferias-, nada sobre la estrategia que lo sustenta. En fin, nada.
A la presentación de ayer, asistió la creme de la sociedad alicantina -perdonad, que me da la risa-, los alcaldes de varios municipios, el Molt Honorable, del Presidente de la institución, etc.
Precisamente el presidente de IFA, Moisés Jiménez, pronunció las siguientes palabras:
Nos encontramos en una situación socio-económica donde la petición constante a las instituciones públicas y privadas sobre la necesidad de innovar, re-imaginar, efectuar cambios de modelos económicos y organizativos está más justificada que nunca.
¿Qué querría decir? La presentación del proyecto estuvo precedida por una actuación de la Fura dels Bous, fuegos artificiales y ampulosos discursos.
O sea, que un proyecto vacío y caro mientras no se demuestre lo contrario, acompañado de un acto vacío y caro.
Gracias al legado de Eduardo Zaplana, a sus grandes eventos, y al testigo recogido con afán por Francisco Camps, la sociedad valenciana se ha acostumbrado a que absolutamente todo esté rodeado de un halo de espectacularidad que esconda las vergüenzas, entretenga y distraiga a la vez de los verdaderos problemas. No es más que una reedición del pan y circo, sólo que sin pan.
Perdonadme la comparación, pero me recuerda un poco esos padres que solicitan ayuda a la Supernanny. La Supernanny le dice a los padres del niño rebelde que no todo pueden ser juegos, que los padres deben mandar, saber decir que no, dar ejemplo.
Los valencianos somos los niños, nos hemos acostumbrado al juego, al espectáculo y la vacuidad. Con la abundancia de estos años, nos hemos vuelto perezosos, acostumbradizos -si Costa se puede inventar insevero, yo puedo inventarme acostumbradizo- y un poco impertinentes, perdonadme otra vez. El Consell y Camps a la cabeza no ha hecho nada por evitarlo, al contrario, ha alimentado nuestras ganas de buena vida y ha dado alas al sueño valenciano del que habla mycroft en un comentario.
Sin embargo, los valencianos seguimos levantándonos a las siete de la mañana para ir a trabajar, no nos hemos convertido en bonvivants, ni conducimos coches de lujo, ni desayunamos en Tiffany’s. Al contrario, cada vez tenemos problemas más graves, de degradación del territorio, en el mercado de trabajo, en el sector turístico, en los sectores tradicionales, en el sector inmobilario, pero sobre todo tenemos un problema con nuestra clase política, son los padres irresponsables.
De parques naturales, haciendas, anchoas y el código penal
Lo de Honduras, tristemente, no es una novedad en América Latina. Un presidente que pretende cambiar el orden de las cosas por la puerta de atrás, un ejército en los portales de los cuarteles esperando a salir a la calle, una oposición dispuesta siempre a tomar el poder entrando por la ventana y unos ciudadanos polarizados dispuestos a creerse el discurso de cualquiera de los caciques candidatos a presidir la República.
El otro día escuché una reflexión en la radio que, tal como yo lo veo, daba una buena medida de las cosas en América Latina. Según el contertulio, mientras muchos de los colonos norteamericanos llegaron al continente como proscritos -y tú tigretón- o utópicos irredentos dispuestos a fundar un nuevo orden social, los señores españoles de América Latina se dedicaron, durante siglos, a chupar seis meses al año la sangre al continente y a gastar en Europa, los otros seis meses, los reales conseguidos en sus haciendas. Ningún proyecto, ninguna estima por la tierra, ningún aprecio a sus hombres y sus mujeres.
Así se explica, pues, la historia política de uno y otro lado de la frontera del Río Grande. Puede ser una explicación un poco simplista pero, tal como yo lo veo, se acerca a la realidad.
Os digo esto porque Rita Barberá -la esperanza blanca del PP valenciano- propone ahora, insistiendo en la estrategia anchoa, que se modifique el Código Penal de tal forma que Camps no pueda ser juzgado en caso de confirmarse la imputación por cohecho. Como lo que se da, no se quita, debió pensar Rita que, cambiando el orden de las cosas, se consigue un doble beneficio.
Por un lado, que Camps, un honrado trabajador (sic), no pueda ser juzgado. Y, por otro, que los pobres políticos tengan claro de una vez qué pueden y qué no pueden hacer. Y lo comido, por lo servido.
Juzgad vosotros si hemos superado o no nuestra etapa como señores de nuestras haciendas.
A todo esto, Greenpeace le ha dado un tirón de orejas al Consell -que ya cansan los trajes- por su política de Parques Naturales. Sí, la Comunitat cuenta con un sinfín de Parques Naturales en su territorio, pero también son los parques naturales más amenazados.
La cuestión es ser líderes, señores, aunque sólo sea una cuestión de boquilla.
Camps, trajes y la estrategia anchoa
Ayer el juez Flors nos sacó del sinvivir en el que estábamos inmersos. Dice el juez que hay indicios de cohecho en el comportamiento de Camps y en el episodio de los trajes.
Lo sorprendente aquí, ya lo sabréis, es que Rita Barberà compare los trajes con las anchoas de Cantabria que Revilla le regala a Zapatero -y a Camps, que ya lo ha aclarado Revilla-, por Navidad.
Sorprendente no por el regalo sino porque Camps, seguro que también lo recordaréis, nos dijo a todos que «los trajes se los paga él», «en metálico» y de «la caja de la farmacia de su mujer», y que no conocía de nada al artista conocido como El Bigotes, más tarde conocido como Amiguito del Alma.
O sea, que Camps nos ha contado, al parecer, una mentirijilla o dos.
De lo que se infiere del auto del juez Flors, a Camps los trajes se los regalaron unos señores de una empresa que está siendo investigada por delitos de corrupción.
No soy yo nadie para decirle al Molt Honorable qué amistades debe frecuentar.
Pero, sí que me preocupa que el Molt Honorable cuente mentiras. Eso sí que no.
Y a todo esto ¿en el PP que opinan?
Pues en el PP están a ver si son capaces de sacarse una estrategia -que vamos a llamar la estrategia anchoa– que les sirva para aguantar, por lo menos, hasta el día 15, fecha prevista para la declaración de Camps.
De momento ya han agotado las siguientes:
- El juez Garzón es un prevaricador.
- El juez Garzón es un sociata.
- El juez Garzón es un facineroso.
- El sastre miente.
- Yo no conozco a El Bigotes.
- Estoy loco porque se conozca la verdad.
- Esto es todo porque son las elecciones europeas.
- Camps es un tío honrado.
- No, no es lo mismo que en la Comunidad de Madrid.
- Me pongo delante, detrás y al lado de Camps.
- Quedan dos escaloncitos.
A ver si vosotros lo entendéis
Hoy es lunes de resaca postelectoral. No cabe duda, el PP ha ganado las elecciones europeas y, en lo que a nosotros nos afecta, en la Comunidad Valenciana, Camps se ha dado un baño de votos que, personalmente, no me esperaba.
Foto: EL PAÍS
Más bien creía que, ante la duda que genera la imputación de Camps en un caso de corrupción y las sombras de sospecha que recaen sobre los métodos de gobierno de la Generalitat, los valencianos votarían de otra manera. No es que esperara una derrota del PP valenciano, pero sí un cierto voto de castigo que, por otro lado, veía como lo más lógico del mundo.
Una cosa es que los alicantinos votaran Alperi sistemáticamente a pesar de todo, y otra cosa es que los valencianos hicieran lo propio. Pero sí, los valencianos han dado a Francisco Camps una satisfacción y le permiten dar por buena la «doctrina Fabra» según la cual los resultados electorales son más bien referenda electorales a falta de decisiones judiciales.
Está visto que no entiendo a los valencianos porque, lejos de perder votos, el PP ha aumentado su ventaja respecto al PSPV y ha ganado en todas las grandes ciudades del Comunitat Valenciana excepto en Alcoi. Así pues, los votantes del PP se han movilizado y han cerrado filas a la espera de la decisión última del TSJCV.
Ante esta circunstancia mi pregunta es si los valencianos seguirán manteniendo la fe ciega que demuestran si Camps fuera finalmente acusado de un delito de prevaricación, o algún otro de los imputados fuera declarado culpable de un delito de malversación. Me temo que sí. Y eso abre un escenario muy diferente al que ahora tenemos.
Por su parte, Jorge Alarte, ínclito Secretario General de los socialistas valencianos debe de estar ahora mismo en su casa pensando si se pone una corbata roja o azul, la decisión más importante que tomará hoy. Ya ha superado con creces los cien días al frente de la Secretaría General, pero creo que su nombre y su cara son sólo familiares para algunos de los vecinos de su bloque, el quiosquero y la panadera, así que para qué darle más vueltas.
Con la que ha caído los últimos dos meses, Alarte ha sido un hombre desubicado que ha cedido el protagonismo al Portavoz del Grupo Socialista en Les Corts, Ángel Luna, no sé si por incapacidad para armar un discurso de oposición o porque, en lugar de ser el líder de los socialistas valencianos, es un monigote de trapo que controla Leire Pajín -de Raticulín vendrán trece millones de naves- desde la calle Ferraz.
Es posible que el liderazgo de Jorge Alarte al frente del PSPV -controlado o no desde Ferraz- no sirva de nada a estas alturas, que el papel del PSPV en la política valenciana sea el de un segundón para los restos a la espera de un tiempo mejor en el que el socialismo valenciano sea capaz de hacer ver a los ciudadanos que otras políticas públicas son posibles.
Yo sé que esto eran unas elecciones europeas y que, en el fondo, ni Camps, ni Rajoy, ni Zapatero se jugaban gran cosa salvo desastre. Porque, no nos engañemos, las europeas se votan en clave interna, pero si la cosa va mal se saca la carta de los pueblos de Europa y el bien común, y santas pascuas. Las europeas son como la Supercopa, si se ganan uno es el mejor, si se pierde el trofeo no es importante.
Pero, insisto, que con la que está cayendo ni Alarte ni el PSPV hayan sido capaces de conseguir que los valencianos voten en clave valenciana afinada a la izquierda da una medida bastante acertada de los problemas que, a pesar de todo, sigue arrastrando el socialismo valenciano.
Polarizados
Este blog nació con un objetivo, encender algunas luces en Alicante y evitar que las que ya existen se apaguen. ¿Qué queréis que os diga? Ahora, visto en perspectiva, pienso que fui un poco -bastante, más bien- pretencioso o que demostré ser un iluso completo. Es difícil que, escribiendo un blog, uno pueda encender o apagar luces, más si uno lo hace desde Cádiz o desde Sevilla -depende del día. En todo caso, sigo en ello porque, entre otras cosas, me ayuda a ordenar las ideas y también porque no me resigno.
Pero no es esa la cuestión que quiero tratar hoy en el post. La cosa no va de luces, la cosa va de polarización.
Lo que me preocupaba cuando empecé a escribir eran dos cosas fundamentalmente. Por una parte, el estado de degradación en el que se encuentra la ciudad de Alicante; o lo que es lo mismo, me preocupaba la degradación de los barrios, de las calles, de los edificios de Alicante.
Por otra parte, me preocupaba el estado de las cosas a nivel valenciano, las políticas de la Generalitat, el descuido de los servicios públicos, la degradación del paisaje, el urbanismo feroz que todo se lo comió.
Además, y como cuestión colateral, me interesaba pensar y escribir sobre el desprestigio de la política y sobre la situación general de la cosa pública en Alicante y en la Comunitat.
No es que haya dejado de interesarme por ello, pero lo cierto que es que cuando pensaba en la situación en la que se encuentran la Comunitat Valenciana, sus ciudades, los barrios, las calles y las casas, me dejé en el tintero las más de las veces, a las personas, los más importantes.
Desde hace algunos meses me doy cuenta de que la situación de las personas es la más preocupante. En la Comunitat Valenciana, en Alicante los ciudadanos se han polarizado de tal manera que la atmósfera es irrespirable en muchos casos. No tenéis más que leer los comentarios del Diario Información. Prácticamente no hay términos medios. También en este blog, la discusión se ha convertido, en algunos casos, en algo tan agrio que he tenido que borrar comentarios por improcedentes e insultantes.
Así, resulta imcompatible estar en contra de la gestión del President de la Generalitat y ser un buen valenciano; es imposible alabar cualquiera de las decisiones de Sonia Castedo -en su más mínima expresión- y, al mismo tiempo, querer el bien para Alicante; no se puede ser republicano y hombre de bien -reedición de la máxima que no sé si conocéis «valencià i home de bé, no pot ser»-; no cabe la posibilidad de criticar ninguna política del gobierno de España sin subirse a la parra y llamar traidor al Presidente del Gobierno.
Una de las cosas que nos explicaban en la Universidad era que los costes de información eran una de la razones que explicaban la escasa participación política de los ciudadanos. O lo que es lo mismo, saber si un pesticida es o no perjudicial para la salud requería, hasta hace no demasiado tiempo, unos conocimientos de los que sólo los instruídos en la materia disponían.
Internet ha cambiado ese paradigma, el acceso a la información es mucho más sencillo, a sólo una búsqueda en google, de manera que se han reducido a prácticamente cero los costes de información.
En buena lógica, pues, el cambio de modelo de acceso a la información debería habernos traído ciudadanos más informados, mejor posicionados, más conscientes y, por tanto, debería de habernos traído niveles más altos de participación ciudadana y de mayor calidad.
Pero no es así. En contra de lo que pudiera parecer, la información que la mayoría de los ciudadanos manejamos no es más rica, ni más contrastada, ni más imparcial, ni de mejor calidad, sino más sesgada, menos equilibrada, más visceral. De que esto sea así se encargan los partidos políticos, los medios de comunicación, los grupos de opinión, que lanzan sus mensajes al aire para que los respiremos.
Mensajes simplificados, grandes consignas, frases lapidarias, píldoras de información que los ciudadanos ingerimos sin ninguna dificultad y que vomitamos sin el menor problema.
Podéis comprobarlo. Los ciudadanos repetimos consignas en función de los mensajes que, por la mañana, elaboran los partidos políticos y que los medios de comunicación afines se encargan de propagar, con mayor o menor sesgo.
Ayer por la noche, ví cómo TeleMadrid cubría la información sobre la declaración de Francisco Camps ante el juez y os aseguro que la sensación que tuve fue la de una plácida visita del President al juzgado, arropado por los suyos y jaleado por cientos de adeptos.
Todo esto os lo digo porque, después de mucho tiempo escribiendo en este blog, mi principal preocupación ahora es el aborregamiento al que hemos llegado los alicantinos de uno y otro signo, y el maniqueísmo de los comentarios, los pensamientos y las reflexiones de uno y otro bando. La polarización.
Una polarización que, en realidad, sólo contribuye a simplificar la realidad -muy rica, por otra parte- de la ciudad.
Ayer leía entre los comentarios a una noticia una exaltación de las bondades turísticas de la ciudad de Alicante que era respondida con comentarios a favor y en contra de Francisco Camps o el Presidente del Gobierno.
Bien, pues ni Alicante es la perla del Mediterráneo, ni la culpa la tienen sólo Zapatero o Camps.
A ver si nos vamos enterando. La información está en google. Sólo es cuestión de un click.
Camps Imputado
Seguramente ya conocéis la noticia, no os voy a sorprender, Francisco Camps ha sido imputado por el TSJV en el caso de la trama valenciana del affair Correa.
Os diría que me alegro de que Camps tenga que dar explicaciones ante el juez y en parte, para qué engañarnos, así es.
Sin embargo, por otra parte, me entristece que el President de la Generalitat Valenciana esté imputado en un caso de corrupción.
Si finalmente Camps es acusado, tal vez los valencianos caeremos en la cuenta de en quién habíamos depositado de forma reiterada nuestra confianza y, además, tendremos la medida del nivel de altura moral de nuestros representantes políticos personificada en el Molt Honorable.
Así que no me satisface demasiado la noticia, preferiría -os lo digo muy en serio- que nada de esto hubiera pasado.
Al fin y al cabo ratifica lo que veníamos sospechando, que es posible que el máximo representante del Estado en la Comunitat Valenciana sea un político corrupto.
Y si es así, ¿qué vamos a hacer?
De piedras, ilusiones y guarderías
Luego me dicen que soy un exagerado, que me quemo mucho con la alcaldesa de Alicante y con el Molt Honorable President de la Generalitat Valenciana, pero lo cierto es que las cosas no andan bien por esta tierra.
No se salva ni Jorge Alarte, ínclito candidato socialista a las elecciones autonómicas. Mirad, mirad, cómo se las gasta también Alarte.
Ayer un comentario me alertó de algo sobre lo que no tenía la menor idea porque no soy padre y, por tanto, no como huevos.
Resulta que una guardería de Alicante, la escuela infantil Gran Vía Aventura, llevaba dos años abierta sin el correspondiente permiso municipal, de manera que la Concejalía de Urbanismo envió una orden para que fuera clausurada inmediatamente. Los padres, claro, reaccionaron para evitarse el trago de tener que buscar un nuevo centro para sus hijos a mitad de curso y solicitaron la mediación de la Alcaldesa que, con sus superpoderes, evitó el cierre.
Sonia Castedo y Enrique Sanus, aunque por una cuestión de identidad supersecreta no debería haberos dado este último dato
Bueno, pues esa es la historia. Pero no creáis que se acaba aquí.
Parece ser que en Alicante existen multitud de guarderías que no alcanzan un nivel suficiente en cuanto a instalaciones, personal, dotaciones, etc. así que el Ayuntamiento, con su alcaldesa al frente, ha decidido hoy comenzar una campaña que durará un mes en la que todas las guarderías de la ciudad serán inspeccionadas para comprobar si, efectivamente, cumplen los mínimos requisitos.
Ante esta situación, las preguntas se le amontonan a uno. No os las pongo todas porque sería un embrollo, pero resumo.
La primera de ellas es ¿cómo es posible que una guardería esté funcionando durante dos años sin permiso municipal en una ciudad de España?
La segunda es si, como parece, existen otras muchas guarderías en Alicante sin el correspondiente permiso municipal ¿a qué está esperando el Ayuntamiento para cerrarlas?
La tercera es, dado que la alcaldesa ha paralizado el expendiente de cierre de esta guardería por la presión de los padres ¿qué le impide paralizar los expendientes de cierre que puedan venir de aquí en adelante? ¿no presionarán los padres a la alcaldesa también en el resto de los casos?
Y, finalmente, ¿cómo es posible que Alicante no cuente con un número suficiente de guarderías públicas de calidad?
Bien, la segunda parte de este post, tiene que ver con el Palacio de Congresos, o Centro de Congresos –para que el Colegio de Médicos no se enfade.
Ayer, durante una entrega de premios en Alicante, el Igualnotant Molt Honorable President de la Generalitat anunció que la primera piedra del Centro de Congresos de la Sangueta se colocará antes de las Hogueras, o lo que es lo mismo justo antes de las Elecciones Europeas, que de eso el Igualnotant Molt Honorable sabe mucho.
Desde aquí suponemos que será después de colocar la última piedra de la Avenida de Dénia que parece que la Generalitat se tomó la cosa con mucha ilusión, pero la ha dejado a medias sine die.
En fin, que Camps dijo que el proyecto del Centro de Congresos le hace una «ilusión bárbara» (sic.) y que es una pieza fundamental para el «concepto de ciudad» (sic.) que el Consell tiene de Alicante. Además, Francisco Camps anunció que se va a hacer un viaje a Boston -suponemos que en avión y no en velero- para negociar que las tres próximas ediciones de la Volvo Ocean Race salgan desde Alicante.
No quiero acabar el post sin recordaros que ayer la alcaldesa de Alicante evitó el cierre de una guardería privada en la ciudad, que existen muchas más que no cumplen los requisitos mínimos que garanticen su actividad, que la proliferación de guarderías privadas es consecuencia de la inexistencia de guarderías públicas, que un 20% de los niños de 3 años de la ciudad se quedarán sin plaza escolar este año, que cientos de niños alicantinos estudian en BARRACONES y que el Centro de Congresos de Alicante costará unos 50 millones de euros.
Sobre la Volvo Ocean Race, hablamos otro día.
La mayoría absoluta y los valencianos
Veréis, estos lungcancersymptomsreview.com días hemos mybabysittersavampirenow.net estado discutiendo charcoalgrillnow.com en los jcpenneystore.net comentarios al chocolateicecreamrecipenow.com post anterior freeblackberryapps.org sobre la armyelearningnow.net inteligencia de los valencianos. Bueno, sobre eso exactamente no, es cierto, pero la cuestión se ha tratado lateralmente, para qué vamos a negarlo.
Yo no quiero entrar en ello a pesar de tener mi propia opinión sobre la astucia de políticos -de la oposición y del gobierno-, ciudadanos, empresarios, periodistas, etc. de esta tierra. Me incluyo en el paquete, que quede claro.
El eje de la cuestión ha sido el hecho de que, dadas las circunstancias que alimentan este blog, el PPCV obtenga mayorías absolutas en los ayuntamientos de las principales ciudades valencianas o en la misma Generalitat Valenciana.
Yo sostengo que, a pesar de que la opción política de los ciudadanos es sagrada y el pueblo es soberano, el pueblo puede no acertar en sus decisiones y, que en este caso, los valencianos nos hemos equivocado, al menos en las últimas elecciones municipales y autonómicas.
Llevo bastante tiempo insistiendo sobre lo mismo, de forma que no creo que sorprenda a nadie.
Por otra parte, y también he insistido sobre ello en este blog, la no alternativa a la mayoría absoluta del PPCV es un PSPV que, desde hace bastante tiempo, viaja sin un rumbo definido.
Así las cosas, el panorama pinta poco alentador para el futuro político de los valencianos. En todo caso, vamos a lo que vamos y veremos qué sale de este post.
La gestión de la cosa pública desarrollada por el PPCV ha girado sobre dos ejes principales:
- Los grandes eventos como motor económico y turístico de la Comunitat Valenciana.
Este fin de semana en Jerez se ha celebrado el enésimo Gran Premio de Motociclismo. La Junta paga el canon correspondiente a la celebración del Gran Premio y, con todo, el saldo positivo es de -creo recordar- 53 millones de euros para la ciudad de Jerez y otros municipios de la Bahía de Cádiz como el Puerto de Santa María.
De modo, que no me malinterpretéis. Los grandes eventos se han convertido en una pieza más de la estrategia turística en el territorio, lo queramos o no.
Sin embargo, el peligro radica en que se conviertan en la única baza que la Administración Pública esté dispuesta a jugar.
En el caso valenciano, la Copa América ha supuesto sin duda un empujón para la imagen internacional de la ciudad de València, nadie lo duda, sin embargo, la obcecación con el formato y con el producto no es el camino.
Creí en su momento, y lo sostengo, que la celebración de un gp de F1 era más un chantaje del Ayuntamiento de València y de la Generalitat Valenciana que una buena idea. Los hechos demostraron que, efectivamente, los valencianos votaron con una sola carta sobre la mesa: la celebración del gp dependía únicamente de la reelección de Francisco Camps como President de la Generalitat. Personalmente que un personaje como Ecclestone sea quien dirija el debate público valenciano me parece poco recomendable.
En Alicante, la salida de la Volvo Ocean Race desde Alicante se tradujo en un buen número de reservas de hotel y cientos de miles de euros gastados por los turistas durante esos días. Sin embargo, nunca oigo hablar de la regata como la Alicante Volvo Ocean Race y me temo que los organizadores del evento no se preocuparon demasiado por que esto fuera así.
Creo, más bien, que la Volvo Ocean Race se utilizó como un instrumento que sirviera a una doble finalidad. Por una parte, compensar el aparentemente eterno agravio comparativo entre Alicante y València. Por otra, para cegar a los ciudadanos con un gran fiestón que diera apariencia de gran ciudad a una ciudad de provincias venida a menos como Alicante. Siento si soy muy duro, pero es lo que pienso.
- El sector inmobiliario como foco central de la actividad económica y como polo de atracción turística de esta tierra.
La Comunitat Valenciana se ha convertido en un destino preferente para extranjeros comunitarios que establecen aquí su segunda residencia o, en muchos casos, su residencia definitiva tras su jubilación en sus países de origen. Empezaron a llegar hace dos o tres décadas atraídos por el paisaje de esta tierra, sus playas, su clima y su nivel de vida. Hoy las segundas residencias de Alicante, por ejemplo, suponen un 30% del total nacional.
Durante una década, pues, los esfuerzos del empresariado valenciano se han centrado -y sólo cabe recordar las recomendaciones de algunos patronos autonómicos- en el ladrillo y en los servicios derivados.
La consecuencia: el monocultivo, la destrucción del territorio, la crisis de las industrias tradicionales, el aumento del poder adquisitivo de los ciudadanos al calor del boom inmobilidario, el endeudamiento de las familias, etc.
El riesgo era claro, un estallido de la burbuja supondría la destrucción de cientos de miles de empleos y una profunda crisis social y económica. Pues bien, el riesgo ha pasado de la potencia al acto.
Y vosotros diréis que no es un problema endémico de esta tierra. Y yo os respondo que así es, pero que las consecuencias de la crisis del ladrillo son más profundas, o al menos diferentes, en la Comunitat Valenciana, en les Illes Balears, en Andalucía o en Canarias, que en Cataluña, el País Vasco, Navarra, Cantabria o Extremadura.
Entre otras cosas porque otras sociedades, otras comunidades autónomas han sabido diversificar sus riesgos; tiene una clase empresarial que sabe que todo lo que rápidamente sube, rápidamente baja; ciudadanos dispuestos a proteger sus territorios por encima del beneficio económico inmediato; medios de comunicación críticos, una sociedad civil viva y dinámica.
De todo esto, creo yo, carecemos los valencianos, y en una situación de crisis como la actual parece claro que los valencianos se equivocaron cuando apostaron por estos dos ejes.
Para que os hagáis una idea, mientras el gobierno de la Generalitat Valenciana ha promovido la celebración de Grandes Eventos en la Comunitat Valenciana, los alumnos de un colegio de Alicante han recibido su educación en barracones prefabricados.
La empresa pública encargada de construir las infraestructuras educativas está en quiebra a pesar de que su sede social le costó el equivalente a la construcción de doce colegios públicos.
La educación, el conocimiento, la tecnología, la innovación y la investigación han quedado relegados a un segundo o tercer plano para las administraciones del PP en la Comunitat Valenciana. Hasta tal punto es así, que los propios ciudadanos se creyeron el engaño y consideran que la construcción de un Parque Tecnológico en la Universidad de Alicante no es una buena idea y que no aportará nada a la ciudad.
Pues en esas estamos.