La mayoría absoluta y los valencianos

Veréis, estos lungcancersymptomsreview.com días hemos mybabysittersavampirenow.net estado discutiendo charcoalgrillnow.com en los jcpenneystore.net comentarios al chocolateicecreamrecipenow.com post anterior freeblackberryapps.org sobre la armyelearningnow.net inteligencia de los valencianos. Bueno, sobre eso exactamente no, es cierto, pero la cuestión se ha tratado lateralmente, para qué vamos a negarlo.

Yo no quiero entrar en ello a pesar de tener mi propia opinión sobre la astucia de políticos -de la oposición y del gobierno-,  ciudadanos, empresarios, periodistas, etc. de esta tierra. Me incluyo en el paquete, que quede claro.

El eje de la cuestión ha sido el hecho de que, dadas las circunstancias que alimentan este blog, el PPCV obtenga mayorías absolutas en los ayuntamientos de las principales ciudades valencianas o en la misma Generalitat Valenciana.

Yo sostengo que, a pesar de que la opción política de los ciudadanos es sagrada y el pueblo es soberano, el pueblo puede no acertar en sus decisiones y, que en este caso, los valencianos nos hemos equivocado, al menos en las últimas elecciones municipales y autonómicas.

Llevo bastante tiempo insistiendo sobre lo mismo, de forma que no creo que sorprenda a nadie.

Por otra parte, y también he insistido sobre ello en este blog, la no alternativa a la mayoría absoluta del PPCV es un PSPV que, desde hace bastante tiempo, viaja sin un rumbo definido.

Así las cosas, el panorama pinta poco alentador para el futuro político de los valencianos. En todo caso, vamos a lo que vamos y veremos qué sale de este post.

La gestión de la cosa pública desarrollada por el PPCV ha girado sobre dos ejes principales:

  • Los grandes eventos como motor económico y turístico de la Comunitat Valenciana.

Este fin de semana en Jerez se ha celebrado el enésimo Gran Premio de Motociclismo. La Junta paga el canon correspondiente a la celebración del Gran Premio y, con todo, el saldo positivo es de -creo recordar- 53 millones de euros para la ciudad de Jerez y otros municipios de la Bahía de Cádiz como el Puerto de Santa María.

De modo, que no me malinterpretéis. Los grandes eventos se han convertido en una pieza más de la estrategia turística en el territorio, lo queramos o no.

Sin embargo, el peligro radica en que se conviertan en la única baza que la Administración Pública esté dispuesta a jugar.

En el caso valenciano, la Copa América ha supuesto sin duda un empujón para la imagen internacional de la ciudad de València, nadie lo duda, sin embargo, la obcecación con el formato y con el producto no es el camino.

Creí en su momento, y lo sostengo, que la celebración de un gp de F1 era más un chantaje del Ayuntamiento de València y de la Generalitat Valenciana que una buena idea. Los hechos demostraron que, efectivamente, los valencianos votaron con una sola carta sobre la mesa: la celebración del gp dependía únicamente de la reelección de Francisco Camps como President de la Generalitat. Personalmente que un personaje como Ecclestone sea quien dirija el debate público valenciano me parece poco recomendable.

En Alicante, la salida de la Volvo Ocean Race desde Alicante se tradujo en un buen número de reservas de hotel y cientos de miles de euros gastados por los turistas durante esos días. Sin embargo, nunca oigo hablar de la regata como la Alicante Volvo Ocean Race y me temo que los organizadores del evento no se preocuparon demasiado por que esto fuera así.

Creo, más bien, que la Volvo Ocean Race se utilizó como un instrumento que sirviera a una doble finalidad. Por una parte, compensar el  aparentemente eterno agravio comparativo entre Alicante y València. Por otra, para cegar a los ciudadanos con un gran fiestón que diera apariencia de gran ciudad a una ciudad de provincias venida a menos como Alicante. Siento si soy muy duro, pero es lo que pienso.

  • El sector inmobiliario como foco central de la actividad económica y como polo de atracción turística de esta tierra.

La Comunitat Valenciana se ha convertido en un destino preferente para extranjeros comunitarios que establecen aquí su segunda residencia o, en muchos casos, su residencia definitiva tras su jubilación en sus países de origen. Empezaron a llegar hace dos o tres décadas atraídos por el paisaje de esta tierra, sus playas, su clima y su nivel de vida. Hoy las segundas residencias de Alicante, por ejemplo, suponen un 30% del total nacional.

Durante una década, pues, los esfuerzos del empresariado valenciano se han centrado -y sólo cabe recordar las recomendaciones de algunos patronos autonómicos- en el ladrillo y en los servicios derivados.

La consecuencia: el monocultivo, la destrucción del territorio, la crisis de las industrias tradicionales, el aumento del poder adquisitivo de los ciudadanos al calor del boom inmobilidario, el endeudamiento de las familias, etc.

El riesgo era claro, un estallido de la burbuja supondría la destrucción de cientos de miles de empleos y una profunda crisis social y económica. Pues bien, el riesgo ha pasado de la potencia al acto.

Y vosotros diréis que no es un problema endémico de esta tierra. Y yo os respondo que así es, pero que las consecuencias de la crisis del ladrillo son más profundas, o al menos diferentes, en la Comunitat Valenciana, en les Illes Balears, en Andalucía o en Canarias, que en Cataluña, el País Vasco, Navarra, Cantabria o Extremadura. 

Entre otras cosas porque otras sociedades, otras comunidades autónomas han sabido diversificar sus riesgos; tiene una clase empresarial que sabe que todo lo que rápidamente sube, rápidamente baja; ciudadanos dispuestos a proteger sus territorios por encima del beneficio económico inmediato; medios de comunicación críticos, una sociedad civil viva y dinámica.

De todo esto, creo yo, carecemos los valencianos, y en una situación de crisis como la actual parece claro que los valencianos se equivocaron cuando apostaron por estos dos ejes.

Para que os hagáis una idea, mientras el gobierno de la Generalitat Valenciana ha promovido la celebración de Grandes Eventos en la Comunitat Valenciana, los alumnos de un colegio de Alicante han recibido su educación en barracones prefabricados.

La empresa pública encargada de construir las infraestructuras educativas está en quiebra a pesar de que su sede social le costó el equivalente a la construcción de doce colegios públicos.

La educación, el conocimiento, la tecnología, la innovación y la investigación han quedado relegados a un segundo o tercer plano para las administraciones del PP en la Comunitat Valenciana. Hasta tal punto es así, que los propios ciudadanos se creyeron el engaño y consideran que la construcción de un Parque Tecnológico en la Universidad de Alicante no es una buena idea y que no aportará nada a la ciudad.

Pues en esas estamos.

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Le he cambiado el título al post

Se pueden distinguir tres etapas en la popular serie de dibujos animados Heidi.

A saber:

  1. Heidi llega a casa del abuelito. Tras los primeros problemas de convivencia y superadas por parte del abuelito las fases de negación, ira, negociación, depresión y finalmente aceptación, la niña se adapta a la vida en los Alpes.
  2. Heidi se marcha a Frankfurt. Conocemos a personajes como la señorita Rottenmayer, Clara o la abuelita de Clara. La vida de Heidi es un suplicio, hasta que la niña no puede más y entra en una profunda crisis que afecta a su salud física y psicológica.
  3. Heidi regresa a los Alpes. Esta vez es la señorita Rottenmayer quien atraviesa las cinco fases, asistimos a la curación de Clara y a la transformación del carácter del abuelito.

Y hablando de cuestiones sin trascendencia alguna, la Generalitat Valenciana anunció ayer su intención de elaborar un contrato a imagen y semejanza del que, en campaña electoral anunció Rajoy, según el cual los inmigrantes se comprometerán a cumplir las leyes, principios y costumbres españolas y valencianas.

El contrato, tal como acabó reconociendo la propia Generalitat, no parece que vaya a tener ningún tipo de valor y es más una cuestión de voluntarismo político por parte de la Generalitat.

Ante este anuncio, tengo algunas consideraciones:

  • Debate profundo. Si de verdad abrimos la caja de pandora de las costumbres valencianas, vamos a ir hasta el fondo de manera que cuando el inmigrante tenga que firmar el contrato, las cosas estén muy claras y no haya malentendidos.

Así, si somos honestos con nosotros mismos, deberíamos abrir un profundo, valiente y descarnado debate ciudadano sobre nosotros mismos. Os doy algunos ejemplos:

¿Paella valenciana o paella alicantina? Es decir, ¿qué paella queremos que respeten los inmigrantes? ¿la paella alicantina de exquisita simplicidad y excelente resultado? ¿o la paella valenciana, cuyas normas de elaboración requieren un conocimiento casi alquímico, y cuyo resultado es también digno de mención? ¿la paella de carne, o la paella de pescado? ¿es lícito elaborar la paella mixta?

Más ejemplos, ¿mascletàs o castillos de fuegos artificiales? ¿qué le debe gustar más al inmigrante, les Falles o les Fogueres de Sant Joan? ¿valenciano o castellano, o como he oído decir alguna vez, valenciano alicantino? ¿Deberán los inmigrantes que firmen el contrato comprometerse a respetar la valenciana costumbre de meter la mano en la bolsa del dinero público? ¿tendrán que cumplir el principio de que lo mejor que puede hacer quien tiene un terrenito en esta santa tierra es especular con él, o enterarse de cómo dar un pelotazo? ¿deberán los inmigrantes militar en el menfotisme castellonense, valenciano o alicantino? porque hay diferencias, aunque no lo parezca.

En fin, muchas preguntas para las cuales el Consell deberá dar respuestas cuanto antes si de verdad quieren tener la ley lista para antes del verano.

  • Que Rajoy se agarre a la silla. Dado que el contrato en sí no tiene ningún valor legal, todo parece indicar que Francisco Camps está haciendo puntos ante Mariano Rajoy. La propuesta, como digo, es calcada a la que Rajoy hizo en campaña. Y como el PP no ganó las generales, Camps ha debido de pensar que, ante el vacío de poder en el PP y tras la marcha de Zaplana a Telefónica, le toca hacer el papel de azote del gobierno.

Si Rajoy conoce un poquitín a Francisco Camps, ya habrá cogido el teléfono y habrá llamado a Zaplana para que el ex-President de la Generalitat le explique cuáles son los pasos que no debe dar si quiere evitar que Camps se le meta en casa, lo eche y cambie la cerradura.

El Conseller d’Inmigració i Ciutadania defendía esta mañana el contrato poniendo por delante el progresivo deterioro de los servicios públicos valencianos, con un grado de desparpajo y desfachatez de los que sólo el PP valenciano pueden hacer gala, y los retos derivados de la absorción social y cultural de un volumen de cerca de 800.000 inmigrantes -entre legales e ilegales.

Todos sabemos en qué tierra vivimos, cada cual que juzgue.

Os animo, en cualquier caso, a que plantéeis nuevos objetos de debate de cara a la fijación definitiva de las costumbres valencianas.


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El PSPV, Agua Amarga, Pilatos Castedo y La Casa del Mediterráneo

El post de hoy va a tratar tres de los temas estrella de este blog.

Empezamos por el PSPV. Parece que la dirección del PSOE ha tomado la decisión de retrasar el congreso de los socialistas valencianos para después del verano. El objetivo es que el Congreso Federal del PSOE no se vea afectado por el guirigai del socialismo valenciano. La decisión, claro, no ha gustado a aquellos candidatos -Ximo Puig y Jorge Alarte- con una visión renovadora dentro del PSPV, pero ha encantado a Francesc Romeu que, imagino, pretende contar con el apoyo de Ferraz de cara al congreso.

Personalmente soy partidario, ya lo he dicho aquí, de un congreso que permita al socialismo valenciano una renovación interna profunda, sin la tutela directa de Madrid, es decir una renovación autónoma, de caras nuevas e ideas que toquen la realidad. Pero José Blanco y el PSOE parece que no ven así. Durante los últimos años los socialistas han experimentado con la combinación entre caras nuevas y tutelas de Madrid. El resultado está a la vista, el PP encadena mayorías absolutas en la Comunidad Valenciana como si el socialismo no existiera.

Hace y deshace el PP como mejor le conviene. Hoy tenemos nuevas noticias de Agua Amarga y de cómo se reparten los terrenos entre las entidades financieras y de capital riesgo que velan por el sostenimiento artificial de KELME; y una noticia sorprendente que hace días que quiero explicaros. Sonia Castedo ha decidido, como decidió el derribo de la Isleta -en reunión con sus partes más bajas-, que le va a perdonar a la constructora de Benalúa sur medio millón de euros. A cambio, será CIEGSA -lo que le faltaba- quien ejecute esa obra. La medida de gracia de Pilatos Castedo, desde luego, no ha pasado si quiera por el registro municipal.

¿Para qué?

Y, por último, la Casa del Mediterráneo. Ayer todas las partes implicadas se reunieron en Alicante. Dicen que la reunión fue tensa. Quizá porque tuvieron que apartar las moscas que salen de la Estación de Benalúa. Las obras están previstas para dentro de dos años. Al menos.


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Alicante y las elecciones generales

Por fin pasaron ya las elecciones. Ya se han acabado las promesas, los reproches y los actos de campaña. Aún teniendo en cuenta cómo es la política española, ya ha vuelto la normalidad.

El balance de las elecciones en la Comunitat Valenciana y en la provincia de Alicante no permite ninguna duda: el PP valenciano ha ganado las elecciones y el PSPV las ha perdido, EU se deshace en el bipartidismo; o sea, ninguna novedad.

Hoy publica INFORMACIÓN un artículo en el que recoge las reacciones de las diferentes asociaciones empresariales alicantinas. Me paro a analizar las declaraciones del Presidente de la patronal alicantina, COEPA.

Según la patronal, el PSOE ha pagado en Alicante su gestión de gobierno, entendiendo que la derogación del trasvase del Ebro y la política de infrastructuras han perjudicado a la provincia de Alicante. Es discutible, desde luego. En cualquier caso, me sorprende una cuestión; según Modesto Crespo es bueno que los partidos nacionalistas hayan retrocedido. Lo que no explica la noticia es por qué piensa el señor Crespo que eso es bueno. 

El resto de representantes empresariales parecen coincidir en la necesidad de acuerdos en los grandes temas que les preocupan -AVE, parón del sector inmobiliario, agua e infraestructuras.

No parece un mal punto de partida buscar los acuerdos en cuestiones centrales para el futuro de la Comunitat Valenciana y la provincia de Alicante.

Sin embargo, hablando de ello, parece que Franciso Camps no está dispuesto a llegar a ningún acuerdo y que, por tanto, no va a variar ni un centímetro su posición de estos cuatro años, así que el gozo de los empresarios valencianos en un pozo. El Molt Honorable resume sus reivindicaciones en:

  • Ejecución del Trasvase del Ebro. Ni agua desalada, ni ahorro, ni mejor gestión. Sólo el Trasvase del Ebro es la solución.
  • AVE para todos y, para València, más. No importa que las obras se estén ejecutando, sólo importa repetir la consigna.
  • Nuevo marco de financiación autonómica -somos un millón de valencianos más. Dice que Camps que va a recoger firmas para conseguir un nuevo marco de financiación autonómica y que ese dinero va a ir a sanidad y educación. Dice Camps que, el que no firme, está en contra de las políticas sociales. Al pobre Camps, de no usar el cargo para nada, se le olvida que es President de la Generalitat y que hay foros en los que negociar esa cuestión de manera bilateral y multilateral con el Gobierno sin necesidad de poner mesas petitorias.

 

Las chicas de la cruz roja

Estas tres reivindicaciones, como los mandamientos, se resumen en uno solo que ha de repetirse a modo de mantra. Repeat after me: el PSOE y el Gobierno de España odian y marginan a los valencianos.

Por cierto, que algunas voces apuntan a Camps como sucesor de Rajoy y hombre fuerte del PP. Y yo me pregunto ¿es buena idea? ¡Camps tiene como modelo político a un alcalde sospechoso de haber trincado dinero de la caja en Torrevieja!

Las elecciones generales han servido también para constatar que el PSPV tiene problemas, no levanta el vuelo ni en los municipios alicantinos en los que es gobierno municipal. La cosa es grave, en muchos casos, incluso pierde la partida contra el PP. 

Así que, se impone la catarsis y la renovación que el PSPV decidió aparcar hasta después de las generales y que ahora retrasan hasta después de la Semana Santa, sin prisas. Jordi Sevilla, Leire Pajín o Jorge Alarte son algunas de las caras que podrían encabezar el próximo cartel electoral socialista en las autonómicas valencianas, pero la cuestión es de ideas no de caras.

Si el PSPV centra su renovación en substituir una cara por otra, seguirá el mismo camino que ha seguido desde mediados de la década pasada, el de la oposición.

La gran virtud del Partido Popular en la Comunitat Valenciana es que ha sido capaz de atraer el voto de los ciudadanos aparentando que se enfrenta a sus problemas reales, haciendo del defecto virtud.

Pongamos un ejemplo, la Comunitat Valenciana es una de las que en mayor medida está sufriendo la crisis del sector inmobiliario.

El problema tiene un origen claro: durante todos estos años el crecimiento económico valenciano ha estado centrado casi exclusivamente en la construcción y los servicios que de ella se derivan.

Ha sido la propia Administración Pública valenciana quien ha permitido que eso sea así, impulsando macroproyectos urbanísticos como Marina D’Or, o permitiendo toda clase de desmanes urbanísticos en los municipios valencianos en pos de un modelo de crecimiento económico basado en el monocultivo, y desatendiendo otros sectores tradicionales de la economía valenciana que, hoy, atraviesan una crisis cuyos orígenes se remontan muchos años atrás.

Cuando llegan los problemas, la administración pública mira hacia otro lado y reclama soluciones a los problemas que ella misma ha creado o que ha permitido. Si esas soluciones no llegan rápido, se lamenta, patalea y entona el mantra:

Todos juntos: el PSOE y el Gobierno de España odian y marginan a los valencianos.

La eterna reivindicación del agua para todos también tiene su origen en el desorbitado crecimiento urbanístico valenciano. Los problemas de abastecimiento de agua no tienen sólo que ver con las necesidades de los regantes de la Vega Baja del Segura -importantes, desde luego- sino que en gran medida tienen su origen en las necesidades absurdas de un crecimiento urbanístico innecesario.

Sin embargo, el mantra del PP ha calado y los propios agricultores lo han incorporado a sus reivindicaciones en un modelo que triunfa y que se extiende. Es como una venda que tapa los ojos de todos pero que, sin embargo, a todos permite la clarividencia.

Ante ello, el PSPV se ha mostrado incapaz de reaccionar. Durante los cuatro últimos años no ha sido capaz de contrarestar el efecto del discurso del PP con un discurso que pusiera el acento en el excesivo papel del sector inmobiliario en la economía valenciana, que resaltara los esfuerzos del Gobierno para abastecer de agua a la Comunitat con alternativas al Trasvase del Ebro, que pusiera a las claras el alto nivel de inversión en infraestructuras del Ministerio de Fomento, que destapara los sucesivos boicots de la Generalitat Valenciana a las leyes sociales del ejecutivo, que pusiera de manifiesto las carencias de los sistemas públicos de salud y educación valencianos, etc.

Ante esa incapacidad, el discurso falaz, engañoso, xenófobo, anticatalanista, costumbrista, victimista, alarmista del PP ha calado en una sociedad que se enfrenta a retos para los que los partidos progresistas están mejor equipados desde el punto de vista ideológico y de puesta en marcha de políticas públicas, pero que vota PP.


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Cómo lo llevo, señora, más barato que en El Corte Inglés.

Empiezo hoy el post con las declaraciones del presidente de la Diputación de Castellón, Carlos Fabra. «Aquí se puede llamar corrupto al que se quiera«. Pues bien, señor Fabra, está usted imputado en varios casos de corrupción, así que, señor Fabra, yo le llamo corrupto.

Dicho esto, mucho hemos hablado en este blog de CIEGSA, la empresa pública de la Generalitat Valenciana que construye los colegios, hoy el EL PAÍS publica que la Sindicatura de Comptes ha detectado anomalías en la gestión de la empresa. Anomalías que incluyen sobrecostes de hasta el 85%, deudas millonarias o adjudicaciones por el bello y tan valenciano método del dedo al que Fabra, Alperi y compañía pretenden ya dedicarle una estatua en el Puerto de Alicante, junto a la bandera de España.

Fotograf�a de Vagamundos en flickr.com

Por su parte, el PSPV ha anunciado que acudirá al juzgado si la Generalitat no explica las anomalías de CIEGSA . Que Dios los pille confesados porque lo más probable es que algún grupo de abogados salva-consellers salga en defensa de Font de Mora.

¿Y a los ciudadanos? ¿Quién nos defiende de nuestros políticos?

Publica INFORMACIÓN que la cara del moro va estar tapada por un gran andamio durante el tiempo que duren las obras para asegurarla. Parece ser que la cara del moro y el matxo del castell son las señas de identidad de Alicante. Conste que no me parece mal que se asegure la cara del moro, pero extraña ciudad ésta en la que la montaña que sostiene al castillo se restaura y el castillo, y la propia ciudad se abandonan. En todo caso, no os fiéis, recordad que el Ayuntamiento tiene un plan secreto para la cara del moro que ya hemos tratado en este blog.

Hasta mañana.

Se ríen de nosotros

Hoy he leído una crónica parlamentaria en EL PAÍS que me ha dejado de piedra. Resulta que la diputada de Compromís, Glòria Marcos, le había enviado una pregunta por escrito a la Conselleria d’Educació sobre los barracones en los colegios de la Comunitat Valenciana. La Conselleria d’Educació, el Conseller Font de Mora para ser más precisos, le respondió a la diputada que, según la RAE, un barracón es una caseta tosca y que, de esas, en la Comunitat Valenciana no había. La pregunta, por tanto, se quedó sin respuesta.

¿Con quién creen que tratan? ¿Con imbéciles? ¿Qué falta de respeto a la inteligencia de los valencianos es esa? ¿Es que el problema no es lo suficientemente importante como para no tomarlo a broma?

Da la impresión que para el máximo responsable en política educativa de la Generalitat la cuestión de los barracones es una anécdota, un hecho por el que pasar de puntillas. La Generalitat tiene otros problemas en cuestiones educativas. Por ejemplo ver cómo se reparten el pastelito de CIEGSA.

Pero no es sólo en cuestiones educativas que la Generalitat evita asumir responsabildades. Las lluvias torrenciales de las últimas semanas, además de dejar sin casa a muchísima gente –Camps se ocupará de pedir la factura para que la pague el gobierno, no tengan cuidado– han inundado el Palau de les Arts de València, una obra que costó diez años construir y que ha arrastrado sobrecostes del 250%.

El Ayuntamiento de València ha decidido que su chivo expiatorio será Santiago Calatrava que, para postres, es Hijo Predilecto de la ciudad, y le ha culpado de las inundaciones. Los responsables políticos del PP nunca tienen la culpa de nada, siempre paga el pato alguien que pasaba por allí.

Debería ser un problema de la Generalitat si los presupuestos de la Generalitat son un desastre, si la planificación es nula. Pero no es así, las facturas las acaban pagando otros. Así, por ejemplo, Rita Barberá le ha pedido 800 millones de euros más al Gobierno Central para sus cosas; mientras, el patronato que organizó la visita del Papa no hace públicas sus cuentas, pero a los valencianos nos la refanflinfa. Otro ejemplo, la Conselleria de Benestar gasta en publicidad la mitad de su presupuesto para inserción social, y al Consell se le llena la boca con el gasto social.

Desde luego, los publicistas son, junto con los constructores, el sector social mejor cuidado por la Generalitat. De eso no hay dudas.

En el fondo, va a tener razón Font de Mora. El desprecio que demuestran hacia los ciudadanos es infinito.

9 d’octubre

No parece que los valencianos seamos muy propensos a las celebraciones «nacionalistas» y tengo que decir que esa es una característica de la sociedad valenciana que me gusta mucho. No hablo claro, de los blaveros, ni tampoco hablo, claro está, de los ali-cantonalistas, ni tampoco hablo de los nacionalistas españoles recalcitrantes, ni de los anti-catalanistas…

Uy, a ver si va ser que somos más propensos a las celebraciones nacionalistas de lo que yo pensaba…

En fin, no iba por ahí. Hoy, dia 9 d’octubre los valencianos celebramos la entrada en el año 1238 del Rey Jaume I, estimado por valencianos y catalanes a partes iguales, en la ciudad de Valencia. 

Los responsables de las principales instituciones valencianas, con Francisco Camps a la cabeza, se afanan en escribir y leer discursos en los que se loa el momento estupendísimo en el que se encuentra la Comunitat Valenciana, las espléndidas perspectivas de futuro de nuestra sociedad y, que no se lo pierda nadie, la extraordinaria contribución del Rey de España «al mejor momento histórico de España y la Comunitat Valenciana«. Pas a la regió que avança en marxa triunfal, y también dos huevos duros.  

No en vano, hoy hemos sabido que los valencianos viven en un paraíso terrenal sin que nadie más lo sepa. Como lo oyen, el 60% de los valencianos cree que la actual situación de la Comunitat Valenciana es buena o muy buena. ¿A quién le importa que Alicante encabece las cifras de paro valencianas? ¿a quién le importa que la mafia del ladrillo campe a sus anchas en esta tierra? ¿a quién le importa que los servicios públicos funcionen al revés y que las corruptelas lo carcoman todo? ¿a quién le importa que el paisaje valenciano se lo lleven las excavadoras? ¿a quién le importa nada de eso si hace calorcito prácticamente todo el año, hay un montón de playas y están la Lluna de València, les palmeres s’abaniquen a la llum de les Fogueres y Marina d’Or qué guay!?

Hace tiempo que lo temía y ya ha pasado. De tanto repetirlas, las mentiras se convierten en verdades y eso es lo que nos pasa.

Lo extraño de todo esto es que la oposición ni siquiera parece esforzarse en demostrar que no es cierto, que no vivimos en el Parnaso y que la Comunitat Valenciana tiene serios problemas de cara a un futuro que Camps se empeña en pintar de color de rosa.

El Sin Dios y el corralito

¿Qué pasa? ¿Qué nos pasa a los valencianos?

Desde hace unos años, prácticamente cada día se publican los indicios de un caso de corrupción en la Comunitat Valenciana. Los protagonistas acostumbran a ser siempre los mismos: alcaldes, consellers, secretarios, arquitectos, construtores, gerentes de empresas públicas, empresas públicas…

La cosa pública valenciana es un constante ir y venir de tráfico de influencias, favoritismos, desvío de fondos públicos, derroche presupuestario, operaciones inmobiliarias fraudulentas, etc.

Ese Sin Dios convive con una constante desatención de los servicios públicos que alcanza a la sanidad, la educación o a la mera gestión del territorio.

A nivel municipal, las corporaciones se han convertido en promotoras inmobiliarias públicas. Su cometido fundamental es recalificar terrenos, aprobar planes parciales y expropiar. El objetivo: hacer dinero. No se sabe bien si para engordar a las reses del corralito particular de cada cual, o para mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos aunque, a la vista de los constantes escándalos, mi impresión es que más bien se trata de operaciones para el lucro particular más que para el beneficio colectivo.

La consecuencia de ello es la aparición de innumerables cortes municipales de acólitos que se arriman a la teta del Ayuntamiento para mamar con el placet de todos los ciudadanos. El beneficio se reparte equitativamente entre los afines y éste, no lo olvidemos, ayuda al sostenimiento de muchas familias de dependientes. De manera que el círculo se cierra en el ciudadano, con lo que la política y la cosa pública han perdido todo su interés y la comunidad, entendida al estilo norteamericano, desaparece. 

El siguiente paso en el disparate público valenciano son las Diputaciones Provinciales, instituciones en las el poder se reparte entre una camarilla de corruptos de manual que hacen y deshacen a su antojo sin que tampoco los ciudadanos obtengan un beneficio observable.

Las corruptelas alcanzan a los Departamentos de las Consellerias, a las Consellerias en sí y a la propia Generalitat. El Presidente del Consell no parece ejercer un liderazgo político, sino que se asemeja más bien al consejero delegado de una gran empresa que, en realidad, manejan otros.

La cuestión central está en el hecho de que los dineros que todos ellos manejan son dineros públicos, destinados a satisfacer las necesidades de todos los ciudadanos de manera transparente y fiscalizable. Y los ciudadanos exigen, en ocasiones, resultados visibles.

Llegados a este punto, la Generalitat Valenciana no tiene más remedio que reclamar transfusiones en forma de infraestructuras y fondos públicos al Gobierno de la nación al que tanto detestan. Para no parecer una pedigüeña, la Generalitat Valenciana se enroca en un aparente trato discriminatorio a los valencianos que le proporciona un rédito doble; por un lado, sirve para esconder los errores propios y, por otro, permite alimentar un discurso victimista que proporciona pingües beneficios electorales.

Y en esas estamos.

La deuda y los recursos de los grupos parlamentarios

Hoy Información publica dos noticias que creo que vale la pena destacar.

Primero, que lo primero que han hecho les Corts Valencianes nada más empezar la legislatura ha sido aumentar las dotaciones presupuestarias para los grupos parlamentarios de la Cámara. Entre un 40 y un 50 por ciento han aumentado esas dotaciones. Ese dinero sirve para que sus señorías trabajen más tranquilamente, con más posibilidades y su rendimiento sea mayor.

Veremos si es verdad. Tenemos cuatro años para comprobarlo y para que nos demuestren a los ciudadanos que es cierto, que se esfuerzan, que obtienen resultados.

La otra noticia tiene que ver con las empresas públicas de la Generalitat, que han aumentado su nivel de deuda en un 12% respecto al año anterior. Las empresas de la Generalitat son cosas como CIEGSA de la que ya hemos hablado mucho en este blog, o Proyectos Temáticos de la que no hemos hablado tanto, pero que acumula 495 millones de deuda.

495 millones de deuda por Terra Mítica, la Ciutat de les Arts i les Ciències, etc. Creo que no estoy exagerando cuando digo que se hipoteca el futuro de esta tierra.

Lo dicho, más medios para los parlamentarios de les Corts, que bastante tienen con lo que tienen.