Perdonadme, pero lo de Camps ya está pasando de castaño oscuro…
«A usted le gustaría montarse en una camioneta de madrugada, venirse a mi casa y que yo apareciese boca abajo en una cuneta» (Francisco Camps a Ángel Luna).
Perdonadme, pero lo de Camps ya está pasando de castaño oscuro…
«A usted le gustaría montarse en una camioneta de madrugada, venirse a mi casa y que yo apareciese boca abajo en una cuneta» (Francisco Camps a Ángel Luna).
Ya hemos hablado mucho en este blog sobre el triángulo amoroso entre Sonia Castedo, Enrique Ortiz y el estadio del Hércules. Hemos tenido varios capítulos de lo más variado en este culebrón, aunque el hilo conductor es siempre el mismo, el pelotazo -y no estoy hablando del patapún parriba de Clemente.
Primero, el Ayuntamiento vendió el estadio a la empresa que dirige el club con la condición de que lo reformara y mejorara sus condiciones de seguridad, pero eso no ha pasado.
Después, el club presentó un proyecto de reforma que incluía un hotel, un centro comercial y unos cines y que, además, estaba incluido, por arte de magia, en la reforma del PGOU -¿qué será del PGOU?.
A continuación, el Ayuntamiento, le propone al Hércules -al abrigo de la polémica sobre IKEA-, que traslade el estadio a la zona de Rabassa para poder construir pisos en el solar del Rico Pérez (abro un paréntesis porque aquello era una copia de la Nueva Condomina y, sintiéndolo mucho por Sonia Castedo, el tufo a pelotazo era de escándalo).
El debate sobre la cuestión ha ido cogiendo forma -no puede ser que el Ayuntamiento pretendiera que esto se quedara en un murmullo-, de manera que, abrumados, Ortiz y Castedo dejaron la cuestión para más adelante, cuando las aguas se serenararn.
Pero, como la vida es un eterno retorno, aquí estamos otra vez enfrascados con el Rico Pérez, Sonia Castedo y Enrique Ortiz.
La última gran ocurrencia la ha tenido el propio Ortiz. En resumen, le propone al Ayuntamiento que entre a formar parte del accionariado del club para que, a escote, ambos paguen la reforma del estadio y construyan una plaza.
Vamos a partir de una base, yo no soy muy futbolero, pero entiendo el valor social que el fútbol y los clubes deportivos tienen. Entiendo, aunque cogiéndolo con clips, que es una buena manera de promocionar la actividad deportiva, el asociacionismo y el carácter positivamente competitivo de una sociedad. Pero es que estamos hablando de fútbol, señores.
En cualquier caso, comprendo el interés del Ayuntamiento por el Hércules y su implicación en la vida del club. Pero hasta un límite. Existe un contrato clarísimo entre el Ayuntamiento y el club. El hecho de que sirviera en su momento para lavar la imagen de la operación no exime a las partes de su cumplimiento, no sé si me explico.
El Ayuntamiento puede contribuir con el club y con la ciudad de otras maneras. Por ejemplo, acondicionando la zona del Tossal para la actividad deportiva, generando sinergias con el Centro de Tecnificación y, eventualmente, ayudando al club en algunos aspectos que tengan que ver con la reforma del estadio.
Lo demás, suena a pelotazo.