Que levante la mano el que prefiera el turismo de calidad a Marina D’Or.
Yo la tengo levantada, de hecho, voy a escribir todo este post con la mano izquierda porque la derecha la tengo en el aire a la espera de que Carlos Fabra la vea desde su despacho en la Diputación Provincial de Castellón.
Resulta que Don Fabra se ha enfadado por unas declaraciones del Ministro de Industria -también de turismo- Miquel Sebastián en las que éste afirmaba que prefiere el turismo de calidad a Marina D’Or. No sé si Sebastián lo explicaba, pero yo os voy a explicar por qué prefiero el turismo de calidad a Marina D’Or.
Si váis a Google Maps y ponéis «marina dor» tendréis una de las primeras razones para preferir el turismo de calidad a Marina D’Or. El complejo de vacaciones -que realmente parece una dolencia psiquiátrica como el complejo de inferioridad o algo así- ocupa uno de los pocos arenales vírgenes que quedaban en Castellón. Los mastodontes de hormigón dejan espacio para una playa más bien escasa allí donde existía un arenal muy extenso.
Marina D’Or es como un cáncer que crece rápidamente y que se va comiendo todo lo que tiene a su alrededor, extendiéndose y exportando el modelo de edificios de apartamentos allí donde debería haber pajaritos, fardaxos y culebras.
Marina D’Or es fruto de un pelotazo urbanístico que ha servido para enriquecer a políticos corruptos, constructores y promotores. La situación es tal que, en palabras de un político de EU en el ayuntamiento de Oropesa, no se sabe dónde empieza el ayuntamiento de Oropesa y dónde acaba Marina D’Or.
Si volvéis a Google Maps y váis hacia la derecha con las flechas, uno de los primeros sitios que os váis a encontrar atravesando el mar es la isla de Menorca. Si la conocéis, si habéis viajado allí y habéis disfrutado de aquellas playas, de los pueblos de Menorca y de la isla en general, estaréis conmigo en que el turismo de calidad es mejor que Marina D’Or.