Sigo con la cuestión porque creo que el comentario de basseta al post de ayer explica muy bien cómo están las cosas en Alicante. Decía basseta a propósito del post:
Hace tiempo que los alicantinos mataron su “gallina de los huevos de oro”. Esa mesa que propones no sería sino una jauría de voces reprochándose mutuamente el haber permitido llegar a tal grado de degradación (valga la redundancia). El pueblo vive en estado de engaño permanente sobre la realidad. La verdad se oculta tras las montañas de “notas de prensa” que emiten las instituciones públicas. Esto va cada vez peor. Lo siento.
Entiendo el pesimismo que se instala en las opiniones de quienes nos preocupamos por la ciudad. Yo mismo tiendo a ser optimista en todas las cosas a las que me enfrento, optimista muy en el fondo de la cuestión, pero optimista al fin y al cabo. En el caso de Alicante, he de reconocer que me cuesta muy poco caer en el pesimismo.
Mi esperanza mayor era que en mayo la situación cambiara por una derrota del PP en las municipales. Mi escenario perfecto después de las elecciones era uno en el que al menos cuatro partidos hubieran conseguido representación municipal, y en el que ninguno de los mayoritarios -PP y PSPV- tuviera mayoría suficiente para gobernar en solitario.
Dentro de este cuento de la lechera que me había imaginado, el PSPV tendría que contar con el apoyo de, al menos uno de los dos partidos minoritarios para gobernar. Anhelaba que, de esa manera, viera la luz un gran pacto municipal capaz de dar un impulso nuevo a la ciudad.
Está mal que lo diga pero os aseguro que la noche del 27 de mayo, cuando finalmente se confirmó el resultado electoral, mi primer impulso fue subir al Benacantil y colgar una gran pancarta, legible desde Tabarca, en la que dijera en letras bien grandes:
EN ESTA CIUDAD SOMOS TONTOS
Mi yo optimista se ha ido recuperando a lo largo de los meses y, aunque he tenido serias recaídas de pesimismo, como el el caso de la demolición de la Isleta, mantengo viva la esperanza de que otro Alicante es posible.
Aún así, fundamentalmente, vivo en el realismo. Las cosas no van bien y, si no se hace algo pronto, pueden ir a peor y a imposible de recuperar.
La ciudad pierde impulso económico, social, humano y político desde hace mucho tiempo y, en el mundo en el que vivimos, una de las claves para garantizar la supervivencia -en todos los ámbitos- es demostrar, al menos, la voluntad de ser un referente en algún aspecto de la realidad.
Alicante no parece tener esa voluntad y, sintiendo mucho ser tan crítico, el ambiente de la ciudad es cada vez más provinciano. Pero que no Alicante no tenga la voluntad de ser algo no significa que no pueda serlo.
La ciudad tiene muchos activos:
- Un clima suave y muy adecuado para la atracción del turismo. Así, la temperatura media de la ciudad es de 17.8º C, el número de horas de sol anuales es de 2.864 y sólo 37 días lluviosos al año.
- Un capital humano más que considerable. La posición relativa de la Universidad de Alicante en el mapa universitario español da una buena idea de ello.
- Una situación geográfica excelente que la convierte en la quinta ciudad con mayor volumen comercial del país, siendo el centro de tres conurbaciones urbanas muy dinámicas -Elche, Alicante y Benidorm-, y que, no en vano, la convirtió históricamente en el puerto comercial de Castilla.
- Un sector servicios dinámico y variado a pesar de la concentración en el sector inmobiliario de los últimos años.
- Cierta actividad industrial, aunque ocupe sólo un 6.3% de la población activa.
- Un término municipal muy extenso,de alrededor de 200 km² -pensad que el área Metropolitana de Barcelona abarca 633 km².
Pero estas son sólo algunas de las fortalezas de la ciudad.
La Ciudad de Luz, pese a los problemas que arrastra, es un buen primer paso para Alicante y para la provicina. Si el complejo tuviera una buena gestión permitiría aspirar a generar una verdadera industria cinematográfica en la provincia -yo siempre pensé que Benidorm era el Los Angeles del Mediterráneo :-D-
La única agencia europea que se quedó es España tras el reparto de la CIG de 1996 fue la OAMI. La Oficina de Armonización del Mercado Interior es un buen ejemplo de posibilidad de especialización para la ciudad.
El patrimonio arquitectónico de la ciudad existe aunque esté cada día en mayor peligro. La cuestión está en recuperarlo, protegerlo y ponerlo en valor para la ciudad, convirtiéndolo en un foco de atracción para los visitantes.
Y hay muchos más ejemplos, os lo aseguro. Así pues, la pregunta es ¿qué quieren los alicantinos que sea su ciudad?