Biodiésel

Finalmente, Biodiésel Alicante ha presentado una demanda por daños y perjuicios contra el Ayuntamiento de Alicante por negarle, en última instancia y bajo presión ciudadana, un permiso que el tanto Puerto de Alicante como el propio Ayuntamiento se habían mostrado dispuestos a conceder.

Finalmente y, sin que haya servido de precedente, el Ayuntamiento decidió oir las quejas de los vecinos y denegar el permiso a la instalación del biodiésel en el Puerto de Alicante. La escasa cintura política del Alcalde de Alicante se mostró en todo su esplendor en este asunto. El Ayuntamiento, la Conselleria, el Puerto, el Ministerio de Fomento, la oposición del PSPV, jugaron al gato y al ratón durante mucho tiempo en esta cuestión, sin dejar claro si venían o volvía y sin, por ejemplo, ofrecer una alternativa a la localización en el puerto.

El sainete del Biodiésel parece que se acaba con la empresa Biodiésel Alicante marchándose de la ciudad sin invertir un duro, sin crear ningún puesto de trabajo y, si la demanda prospera, dejando un pufo económico que todos deberemos pagar. Demos las gracias a nuestros políticos.

Una de las múltiples y justificadas razones que llevaron a los alicantinos a la calle para protestar contra la planta era el impacto que, sobre la actividad futura del Puerto de Alicante tendría tal instalación -no olvidemos que el Puerto de Alicante pretende enfocarse a sí mismo hacia el turismo de cruceros y las actividades deportivas. 

Aún así, el mismo Puerto de Alicante que vió naufragar su proyecto para la instalación de la planta de biodiésel, se obceca en plantear proyectos similares, en este caso para la instalación de silos de cemento. A tal proyecto se han opuesto frontalmente los vecinos y Esquerra Unida, mientras que el PSPV y el Partido Popular han vuelto a jugar a la charada: abstención-aprobación en el caso del PP, aprobación-negativa en el caso del PSPV-PSOE.

Si es lo que la ciudad quiere y, dada la magnitud de la protesta contra el biodiésel y los silos de cemento, trabajemos por un puerto sin grandes instalaciones industriales, de pasajeros, turístico e integrado en la ciudad.

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Una buena medida

La siguiente noticia es una buena medida de cómo son, en realidad, las cosas y del tipo de mundo en el que vivimos.

Según una encuesta de la BBC el 83% de los ciudadanos estarían dispuestos a hacer sacrificios para frenar el cambio climático. En concreto, el sacrificio consistiría en pagar más impuestos por aquellos combustibles que son más contaminantes. Por otra parte, a diferencia de Rajoy y su primo, la mayoría de los ciudadanos considera que el cambio climático existe y que es nuestra responsabilidad.

Se trata de un cambio que no afecta únicamente a los hábitos cotidianos de la gente, sino fundamentalmente a algo tan delicado como el bolsillo de cada cual.

Así, es probable que un buen número de ciudadanos estuviera también dispuesto a que los políticos hicieran lo que deben hacer para que se reduzca el consumo de agua, las ciudades crezcan en vertical dejando más espacio para la naturaleza, las costas estén libres de cemento, se generalicen las energías renovables, se reduzcan los cupos de pesca para que las especies se regeneren, se prohiban los productos químicos nocivos para el hombre y para la naturaleza, se protejan más especies de plantas y animales aunque sea a costa de crecer menos, se deje de contaminar los ríos, etc.

Sin embargo, los políticos no toman esas decisiciones, ¿por qué será?