Se ríen de nosotros

Hoy he leído una crónica parlamentaria en EL PAÍS que me ha dejado de piedra. Resulta que la diputada de Compromís, Glòria Marcos, le había enviado una pregunta por escrito a la Conselleria d’Educació sobre los barracones en los colegios de la Comunitat Valenciana. La Conselleria d’Educació, el Conseller Font de Mora para ser más precisos, le respondió a la diputada que, según la RAE, un barracón es una caseta tosca y que, de esas, en la Comunitat Valenciana no había. La pregunta, por tanto, se quedó sin respuesta.

¿Con quién creen que tratan? ¿Con imbéciles? ¿Qué falta de respeto a la inteligencia de los valencianos es esa? ¿Es que el problema no es lo suficientemente importante como para no tomarlo a broma?

Da la impresión que para el máximo responsable en política educativa de la Generalitat la cuestión de los barracones es una anécdota, un hecho por el que pasar de puntillas. La Generalitat tiene otros problemas en cuestiones educativas. Por ejemplo ver cómo se reparten el pastelito de CIEGSA.

Pero no es sólo en cuestiones educativas que la Generalitat evita asumir responsabildades. Las lluvias torrenciales de las últimas semanas, además de dejar sin casa a muchísima gente –Camps se ocupará de pedir la factura para que la pague el gobierno, no tengan cuidado– han inundado el Palau de les Arts de València, una obra que costó diez años construir y que ha arrastrado sobrecostes del 250%.

El Ayuntamiento de València ha decidido que su chivo expiatorio será Santiago Calatrava que, para postres, es Hijo Predilecto de la ciudad, y le ha culpado de las inundaciones. Los responsables políticos del PP nunca tienen la culpa de nada, siempre paga el pato alguien que pasaba por allí.

Debería ser un problema de la Generalitat si los presupuestos de la Generalitat son un desastre, si la planificación es nula. Pero no es así, las facturas las acaban pagando otros. Así, por ejemplo, Rita Barberá le ha pedido 800 millones de euros más al Gobierno Central para sus cosas; mientras, el patronato que organizó la visita del Papa no hace públicas sus cuentas, pero a los valencianos nos la refanflinfa. Otro ejemplo, la Conselleria de Benestar gasta en publicidad la mitad de su presupuesto para inserción social, y al Consell se le llena la boca con el gasto social.

Desde luego, los publicistas son, junto con los constructores, el sector social mejor cuidado por la Generalitat. De eso no hay dudas.

En el fondo, va a tener razón Font de Mora. El desprecio que demuestran hacia los ciudadanos es infinito.

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