Parece que Joan Ignasi Pla ha decidido apartarse a un lado de la carretera y quedarse en la cuneta del PSPV. Después de la derrota electoral en las elecciones autonómicas y municipales del 27 de mayo, la cosa se veía venir, esa es la verdad.
El PSPV -tampoco el resto de fuerzas progresistas- no fue capaz de arrastrar de su lado a los ciudadanos hartos de las políticas del PP -que se presumían muchos-, y de darle la vuelta a la tortilla. De ahí la crisis. Se adujeron problemas de comunicación con los ciudadanos, fallos en los buzoneos, y una dirección de campaña equivocada. Pero, en realidad, parece que el problema es que Pla no enganchó, que el PSPV no planteó una alternativa real y que el centro es del PP vaya usted a saber por qué.
Por eso, si la cuestión está en renovar el partido quizá lo más aconsejable no es que venga Jordi Sevilla a poner las cosas en su sitio o a substituir a Pla sin un debate previo. Estoy seguro de que existen buenos candidatos dentro del PSPV, gentes con ideas nuevas y frescas, con capacidad y ganas de cambiar la situación dentro del partido y en la Comunitat Valenciana. No sé hasta qué punto Jordi Sevilla atraerá a los votantes más que Pla.
Quizá debería ser el propio partido, sus bases, quien decidiera quién debe dirigir el PSPV para el reto de las generales y para, dentro de cuatro años, ganarle la partida al PP.