Ayer El País, en su edición de la Comunidad Valenciana, publicaba esta columna de José Ramón Giner. Es una interesante reflexión sobre la manera en que los alicantinos nos relacionamos con nuestra ciudad. La conclusión es demoledora:
Al negar cualquier valor al pasado, Alicante se ha negado a sí misma y quizá nazca de ahí la indiferencia que el alicantino muestra por su ciudad.
Os invito a releer el primer post de este blog. Orgullo y humildad.
Sé que, con frecuencia, soy muy pesimista sobre Alicante pero creo también que tengo razones para serlo.
[…] en más de una situación, tiene un coste social muy elevado, ya hemos hablado de ello en alguna ocasión. Haría bien el Alcalde es escuchar las voces que le aconsejan -como le aconsejaron en el caso de […]